Conociendo al perro más guapo del mundo mundial.

No podían caer lágrimas de mis ojos, ya que era un vamíro.
Eso era lo que más me hacía sentir mal... un moustro.

- ¿Estás... estás bien? - pregunté indeciso.

Negué con la cabeza, todabía tenía la cara tapada con las manos, y los sollozos no cesaban.

Miré hacia arriba y presioné la mandíbula. Era sensible, pero no iba a caer luego de aquel beso contra mi voluntad.

Lágrimas tendrían que caer, pero nada... Ni una sola gota de agua salada salía de mis ojos.
Los arboles comenzaron a moverse. Lo que sentía yo, lo sentían ellos. El escudo aumentaba y nadie, podría entrar en el bosque con el escudo activado.

Di unos pasos hacia atrás, lejos de ella, al ver la reacción que se producía en el bosque.
- Oye, lamento haberte hablado, si es que por eso estás así... pero, creo que debo volver a casa cuanto antes, sino mis padres...- excusas, excusas, todo sea por salir de allí lo antes posible.

-No puedes...-susurré.- Estamos encerrados...-alcé las rodillas y las abracé con los brazos.
No podíamos salír y nadie entrar... estabamos encerrados.
Hundí la cabeza en el hueco entre el pecho y las rodillas.

- ¡Oh, vamos! - me quejé, comenzando a molestarme. Muy rara vez me ponía así, pero esta chica había logrado fastidiarme.

-No lo hago a proposito...-me quedé en el suelo, echa una bolita.

Negué con la cabeza y le di la espalda, cruzándome de brazos.
- Llama a alguno de... tus amigos vampiritos. Necesito volver a mi casa...

-No tengo teléfono...-olí a ver si había alguien cerca.

Resoplé pesadamente. Nunca me comportaba de esa manera, ese no era yo.
- Intenta tranquilizarte.- le pedí, girando mi cabeza para poder ver sobre mi hombro.- Quita este campo de aquí, por favor.

-No puedo...-alcé la cabeza para mirarle con el ceño fruncido.- Ven. Acercate.

- No, gracias. Estoy bien aquí.- le sonreí de lado y me encojí de hombros. Volví a mirar al frente, intentando buscar a alguien que nos ayudara con la mirada.

- ¿Qué quieres de mi? ¡Dejame salir! - comencé a ponerme berrinchudo. - Ponte de pie y has... ¡has algo para que esta cosa desaparezca!

Off: No manejes mi personaje, Anne, por favor

Caí al suelo por lo que acababa de hacer.
Mi cara se transfiguró de un instante para el otro, mostrando una clara mueca de dolor.
Ya se había pasado de la raya.

Off; Lo sientoo!! T-T Perdón, perdón, perdón T-T

-Te explico las normas. Tú me pones de buen humor, tú tendrás dos malditos minutos para salír de este escudo. ¿Entendido?

Me mordí el labio inferior y me retorcí en el suelo.
Si hubiese sido una persona común y corriente, obvio no me hubiese dolido.
Pero al tratarse de una vampira con piel tan dura como una roca, ESO si que había dolido.

Me alejé un paso de él, con cara de pocos amigos.
-Ya puedes ponerme de buen humor.

- No sabría cómo hacer tal cosa.- me quejé, sentándome por fin.

-No me hagas pegarte una paliza... No va conmigo la violencia.-me acordé de Garrett.- ¿Qué persona es la que más odias?

- ¿En este momento? Tu - respondí encogiéndome de hombros.

-Yo al novio de mi madre... Encima mi madre, cada vez que le miro o hablo mal, me dice que ahora él es mi padre y que lo trate bien...-el escudo fué disminuyendo unos metros.