Conociendo al perro más guapo del mundo mundial.

Después de decidir que color me pondría esta semana, fuí a estirar las piernas un poco por el pequeño y verde bosque de forks.
Me senté en una rama de un arbol, no muy alta, mirando hacia abajo tarareando una nana que siempre me cantaba mi madre.

Agudicé mi oído y ladeé el rostro al oír un tarareo no muy usual.
Olfateé disimuladamente. ¿Otra vampira más?
No sabía cómo había hecho para parar en aquel bosque, pero necesitaba alejarme de todos. No podía creer que cada vez que iba a Forks, la gente (más precisamente los vampiros) se volvían locos y me seguían a donde quiera que fuese.

Mís pies no paraban de moverse debajo de la rama del arbol. La canción, cada vez que terminaba, comenzaba otra y otra vez.
Sentí el olor a perro mojado y miré a mi alrededor.

Comencé a caminar en dirección a la melodía.
¿Acaso era la misma que mi mamá me solía cantar cuando era pequeño?
Sonreí amplio y seguí caminando lentamente.

La canción no paraba de salír de mis pequeños labios. El aroma a perro mojado aumentó y seguí buscando sin cesar al hermoso lobo que salía de entre los arboles.

Eché la cabeza hacia atrás para poder ver a la chica-vampira sentada en la rama de un árbol.
Le sonreí, y seguí acercándome.

Le devolví la sonrísa, mientras pegaba un salto para caer de pié sobre el suelo mojado.
Me acerqué al enorme lobo que se acercaba a mi.

Paré de caminar y volví a ladear el rostro.
Dejé caer mi lengua a un lado de mi graaan boca de lobo, en un gesto algo torpe.
Llevaba la ropa atada a mi pata trasera, tal y como me habían enseñado años atrás:
"Jamás se te ocurra salir transformado sin una buen muda de ropa"

Miré su pata trasera y sonreí.
-¿Quiéres intimidad para cambiarte, bonito?-acaricié su osico.

Estornudé sin poder evitarlo.
¿Por qué hacían eso? ¿No entendían los vampiros que tenían un terrible olor dulce que me provocaba cosquilleos?
Meneé la cabeza, 'asintiendo'.

-De acuerdo. Me iré por ahí. pega un ladrído para cuándo pueda volvér. Hasta luego precioso.-comencé a correr por los alrrededores.

Corrí rápidamente hacia un arbusto y recién ahí me transformé. No dejaría que me viera... desnudo.
Me desaté la ropa de la pierna totalmente sonrojado.
- ¡Ya casi!- le avisé, terminando de desabrochar mi pantalón.

-¡De acuerdo!-andé despacio hacía donde me había encontrado al chico lobo.

Resoplé y finalmente logré abrocharme el pantalón.
Me agaché a tomar mi camiseta.
- ¡Jason! - me presenté desde donde me encontraba, intentando voltear la camiseta para así poder ponermela.

-¡Anne!-seguí caminando mientras miraba y olía el lugar.

Una vez que logré domar la remera, me la coloqué con rapidez.
Obvio, estaba descalzo. No habia manera de llevar las zapatillas conmigo cuando estaba transformado en lobo.
- ¡Un placer! - exclamé, volteandome por fin para poder ver a la muchacha

Llegué más rápido, cuando comencé a correr hacía él.
-Igualmente, Jason. Me gustas como lobo y como humano.-sonreí con amabilidad.

Alcé ambas cejas sorprendido y me llevé una mano a la naríz rápidamente.
Me la rasqué con disimulo para deshacerme del cosquilleo, el cual se había hecho más intenso cuando ella se acercó.
- Cuánta... sinceridad.- comenté con una leve sonrisa.

-Soy sincera. No me gustan las mentiras...-me encogí de hombros.

- Yo igual soy sincero... aunque algo tímido a veces.- confesé, extendiendo una mano hacia ella para estrecharla.

Se la estreché.Estaba caliente. Pero era normal en ellos.

Fría, típico.
- ¿Qué hacías por aquí? - pregunté para entablar una conversación.

- Me alejaba del tumulto de gente que me perseguía por las calles... Las vampiras me acosan - aseguré en un susurro, observando a mi alrededor por si alguna aparecía de la nada.