Conociendo al perro más guapo del mundo mundial.

- No, no lo creo. No eres una acosadora, ¿no?
Parecía que salían de todos lados y ya comenzaban a asustarme.

-No, por dios.-sonreí con dulzura al lobo que me había conquistado.- Yo soy buena.

Dejé escapar el aire, en modo de broma.
- No sabes cuánto me alivia oír eso.

-Me alegro...-reí.

- Eres... vampira, por lo que veo.- comenté, balanceándome de adelanta hacia atrás, algo aburrido.

-Y tú un licántropo...-sonreí con amabilidad.

Asentí, señalándome, inocente.
- Todo un lobito.- admití orgulloso

- Somos alrededor de... uno, contándome a mi.- expliqué con una leve sonrisa.- No tengo manada en La Push...

-oh... Perdón, no pretendía...-agaché la cabeza.

- No, no. Es decir, si, tengo familia, pero no manada.- me expliqué rápidamente, acercándome a ella al verla agachar la cabeza.- No me molesta no tener manada, eh.
Sonreí amplio. Se sentía bien ser 'libre', por así decirlo.

Hice una mueca un poco triste.
-¿Pero tienes amigos, verdad?

- ¡Por supuesto que si! - respondí algo divertido.- No soy un ermitaño ni nada por el estilo, quédate tranquila.
Reí abiertamente por la situación.
- Tengo familia, no tengo manada, tengo amigos... ¿algo más te gustaría saber?

-¿tienes novia?-reí.
No era que le preguntara por nada personal. Solo... preguntaba.

Negué levemente aunque sin borrar mi sonrisa.
- No hay una novia en mi vida desde... alrededor de mis seis años de edad. Kelly se mudó a no-sé-dónde, no-sé-por-qué y perdimos contacto.- respondí, encogiéndome de hombros, restándole importancia al asunto.

- Jamás la volví a buscar que es distinto.- sonreí, intentando hacerle olvidar el tema.
A decir verdad, nunca había vuelto a pensar en Kelly hasta ese momento...

Me acerqué un paso a él y me senté en el suelo.
Le invité a sentarse.

Tomé asiento a su lado.
- ¿Alguna duda más?- pregunté observándola.

Me coloqué de rodillas, situandome en frente al chico-lobo y lo inmovilicé, creando un escudo.
Acerqué mi cara a la suya y apoyé mís labios a los suyos.

Abrí los ojos desmesuradamente y observé hacia todos lados nerviosamente.
¿¡Pero qué hacía!?

Me aparté de él y le dejé móvilidad.
-Un placer.-sonreí.

- ¡No, no fue un placer! - exclamé molesto, poniéndome de pie rápidamente.- ¿Por qué hiciste eso? ¿Estás loca?

Me encogí de hombros.
-Lo siento...-acaché la cabeza y enterré mi cara en mis manos. Comencé a sollozar.

Me llevé una mano a la cabeza y me resqué el cabello, incómodo.
¿Y ahora qué le había hecho para que comenzara a llorar de esa manera?