Primera visita a la playa tras mi llegada a Forks.. (Libre)

Los días en Forks desde mi llegada habían sido solo de lluvia, cielo nublado y algo de viento. No me habían tocado días lindos allí, pero eran algo divertidos si es que me encontraba en buena compañía, respondiendo mensajes a mi familia o por ahí leyendo algún que otro libro sobre historias místicas, fantásticas, entre otras.

Esa mañana del día sábado me levanté con los gritos de mi prima mayor, -no está de más decir que tenía un buen “despertador parlante” (pues así era como la llamaba) que me hacía madrugar todas los días para que pudiera desayunar conforme la hora y así gozar de buena energía por el resto del día – entré al baño a pegarme una refrescante ducha, me vestí, desayuné y me dirigí a la sala dónde estaba el televisor encendido y concentrado en el canal del pronóstico. Al escuchar que hoy haría un día agradable pensé que no debería desaprovechar la oportunidad de ir a conocer y disfrutar de la playa.

- Summer, en serio. Estaré bien – solté a mi prima que se veía preocupada por el hecho de que fuera sola a la playa debido a que ella no podría acompañarme porque aún su hermana no se había despertado, pues la noche anterior se había desvelado escuchando música - Quédate esperando a que la dormilona se levante, ¿vale? – ofrecí esbozando una sonrisa en mi rostro con el intento de poder convencerla. Parecía estar fallando mi objetivo por lo que seguí: - Nos veremos allí en minutos, no tienes de qué preocuparte. Después de todo no me llaman Helena – bromeé y ella, ni más ni menos, hizo una mueca de aprobación.

Rápidamente me coloqué mi traje de baño, arriba la ropa y tomé un bolso dónde llevaba la toalla, bloqueador solar, entre otras cosas y salí del departamento antes de que Summer se arrepintiera. El auto que habíamos arrendado para esta estadía en Forks, la cuál usaríamos Helena y yo, se encontraba estacionado a centímetros del cordón de la vereda. Me subí a éste y recé para que arrancara, ya que era un modelo bastante viejo y estaba algo descuidado – está bien, muy descuidado-. Para mi suerte, éste arrancó al segundo intento de haber hecho rugir el motor. Solo tenía unos minutos hasta la playa, prendí la radio y me limité sólo a manejar.

Estaba a menos de una cuadra de la playa, podía ver cómo algunas personas correteaban de un lado a otro entre risas. Aquello hacía que recordara los veranos en familia. Como estaba tan sumida en mi pensamientos, no me había percatado de que el auto lentamente iba bajando la velocidad - ¡Rayos! - murmuré al tiempo que cerraba la puerta de un portazo y me dirigía a la parte de enfrente del auto. El carro había muerto, sólo me restaba esperar a que alguien me ayudara.

Aquella mañana me habia levantado de madrugada, ya que no podia dormir por alguna razon, cosa que me parecio extraña en mi, que era como una marmota viviente. Pense en que un paseo me relajaria y me aclararia el embotamiento de cabeza. Me levante de la cama y me meti en la ducha para darme una ducha rapida. Al terminar dude en la ropa que devia llevar, quizas me transforme, pense. Asi que finalmente cogi mis pantalones cortos y una camiseta algo vieja pero no demasiado. Sali de mi casa, que quedaba cerca de la playa y comence a caminar hasta que me encontre a una chica con aire preocupado revisando el motor de un coche... a decir verdad bastante antiguo. Me acerque a ella y le dedique una sonrisa amable.

- Te puedo alludar en algo? - pregunte a la chica que estaba junto al auto.

Levanté el capó delantero del auto y tal parece que todo estaba bien. No salía humo y no sentía nada de ruido como me lo esperé en algún momento - ¿Qué es entonces lo que le ocurre? – me pregunté algo alterada. Por más de que retorciera mi cerebro con el intento de descifrar aquello que le sucedía al auto no encontraba el motivo del desliz.
Seguí así por unos minutos hasta que escuché una voz proveniente a una persona que había llegado de la nada a mi lado. Aquella voz me pilló desprevenida, por lo que mi torpeza y brusquedad se hicieron presentes, pegué un brinquito y acto segundo: golpeé mi cabeza con la parte de duro material que se encontraba levantado a centímetros de mi cabeza -. ¡Ay! – expresé con mueca de dolor al tiempo que, por instinto, me sobaba levemente en la zona donde me había pegado. Giré para ver de quien se trataba esa voz que me había brindado su ayuda. Era una chica alta, de cabello castaño con mechones de color más claro, con unos pocos rulos, tez algo tostada y con una sonrisa simpática. Ahora mismo su rostro había cambiado a preocupado por lo que decidí comentar:- Descuida, siempre me ocurre - sonreí y ella me dedicó una; seguro esperando a que le respondiera lo que ella había preguntado.

- Y ahm… ¿Entiendes de autos? Más bien, ¿chatarra? – inquirí con voz apenada, esperando a su respuesta..