Memories. [Libre]

Estaba cansado de rondar por el pueblo de Forks. A decir verdad, comenzaba a agobiarme por ver una y otra vez las mismos rostros. Y es que... en un pueblo tan pequeño, ¿quién no conocía a quién?, aunque fuese solo de vista.
Resoplé y me limpié la boca, la cual aún mantenía restos de sangre. Había tenido suerte al encontrarme con una pareja de noviazgo a medida que me dirigía por éstos caminos que, sinceramente, no sabían a dónde daban.

El camino era estrecho, tanto, que las hierbas sobresalientes de los llanos rozaban contra mis pantalones. El cielo se encontraba enegrecido y la bruma que se extendía por los alrededores, empapaba mi rostro con aquella insoportable humedad que se adhería al cuerpo.
Fue entonces en ese momento cuando me acordé de mi abuelo.
Mi abuelo disfutaba de la naturaleza más que cualquier persona en el mundo. Le gustaba tanto que que había dedicado a vivir durante más de 60 años en una casa molinera al lado del no de los bosque y un riachuelo.
Este hombre, me había llevado de excursión desde que practicamente había cumplido los 8 años, y lo que más recuerdo de él, es que éstos días le fascinaban. No porque fuesen tenebrosos o por el simple hecho de que le gustase la lluvia, si no porque estos días, mi abuelo los veía como un cántico a la magia.

Bien era cierto que yo nunca me creí aquellas tonterías que mi abuelo soltaba. ¿Magia?, ¿Hadas, fantasmas y demás seres extraños?. ¿Cómo me iba a creer yo semejante estupidez?.
Pero al parecer mi abuelo tenía razón. Demasiada.


Resoplé a la vez que salía finalmente de mi pequeño trance y levanté mi mirada a mi alrededor.
Cabe destacar que el paisaje me pareció realmente espectacular, sobretodo al ver como las olas de la playa a lo lejos golpeaban los acantilados de manera dstructiva. Casi como si deseasen romper aquellas rocas en pedazos.

" De seguro te hubiese gustado éste sitio " pensé como si con mi abuelo me encontrase hablando. Y es que aquella aquella frase siempre la utilizaba él para tentarme a acompañarle.
Sin duda mi abuelo sabía como conseguir las cosas, supongo que de él aprendí esa habilidad.


Tras varios minutos mirando hacia la nada, mi cuerpo se dejo caer al suelo. Justo en ese momento, como si de un castigo divino se tratase, comenzó a llover, haciendo que varias maldiciones saliesen por mi boca antes de mirar al cielo y volver a levantarme.
- Sin duda me la tienes jurada, ¿eh? -comenté, esta vez, hablando de otra persona que realmente había sido importante en mi vida.

Sin más, comencé a ponerme en marcha de nuevo, llegando incluso a disfrutar de aquella llovizna que se me venía encima.

A medida que iba caminando, la lluvia aumentaba su fuerza mientras que el clima se volvía más frío. Casi como si estuviesen bajando las temperaturas con rapidez.

Suspiré y agité mi cabeza de un lado a otro, dando a entender la molestia que sentía por aquello. Dejé escapar un fuerte gruñido y, sin pensarmelo demasiado, me saqué la chaqueta para poder colocarla encima de la cabeza.
Resultaba un movimiento bastante estúpido, pero me gustaba más que el agua mojase mi espalda antes de que me mojase la cabeza. Sobretodo por el tema del pelo.

Me detuve unos segundos y miré al horizonte. No sé porqué pensaba que algo iba a suceder si me veían por aquella zona. Fue en ese momento cuando decidí que quizás ocultarse un poco entre la niebla no viniese mal.
Con un gesto de la mano, logré hacer que la niebla empezase a rodearme ligeramente, llegando a taparme por completo.

" Me pregunto si me podría topar con algún licántropo " pensé antes de moverme con más rapidez, sin darme cuenta de que alguien seguía mis pasos.

Me encontraba dirigiendome en rumbo recto. Bastante tenso por lo que podría encontrarme por aquellos lugares, los cuales, eran bastante desconocidos para mí.
Fue entonces cuando me detuve en seco debido al ruido procedente de una rama de árbol al romperse.

En esos momentos, mis ojos, bajo la chaqueta, se iluminaron de un intenso color rojizo. La verdad era que estaba preparándome para intimidar a aquel ser que no había podido captar desde un principio.
Giré mi cuerpo para mirar a mis espaldas mientras que mis dientes se acomodaban a mi boca.

Sin más, comencé a salir de entre la niebla que me rodeaba a una velocidad increible. Afiné bastante mi vista y pude observar a lo lejos la silueta de una persona.
Tras carcajearme en alto para que aquella persona me oyiese, terminé sonriendo divertido.
Me gustaban aquellas situaciones en las que no conocía a mi enemigo.

Finalmente, con una intensa velocidad, la cual se aceleró para llegar primero a la silueta, terminé colocándome al lado de aquella persona.
Le miré de reojo y, para mi sorpresa, pude comprobar que era una mujer. Sin duda aquello se ponía cada vez más y más interesante.

Sin pensármelo demasiado, levanté un brazo hasta dejarlo justo en frente de ella, impidiéndole el paso. En ese mismo momento, el aroma de la joven me hizo comprobar que no era humana.
- ¿Te divierte jugar al rastreador? -pregunté en un susurro con una voz totalmente llena de burla.
- ¿Por cuánto me llevas siguiendo, preciosidad? -

Aquello me resultó extraño, pues, cuando mi mirada se dirigió hacia donde había visto a la joven, ya no se encontraba allí.
Chasqueé la lengua y bajé mi brazo de nuevo, guiándome más o menos por donde su voz procedía.

- Ya veo... -comenté para mi mismo antes de medio sonreir, divertido.
- He visto de todo en estos años, pero nunca ví que una mujer siguiese a un hombre solo por... curiosidad -añadí con total tranquilidad, dejando ver aquella sonrisa que siempre se encontraba en mi rostro.

A medida que los segundos pasaban, mi cuerpo se dedicaba a girar en circulos sobre mi propia niebla, la cual me protejía tambien en cierto modo.
- ¿Sabes?, pues yo sí creo que estás jugando -comenté, sacando finalmente mi chaqueta de encima de mi cabeza para poder mantener mis sentidos al 100% activos.
- Dime, querida, ¿y qué he hecho para llamarte la atención, eh?. Soy demasiado curioso -concluí mientras posaba la chaqueta encima de uno de mis hombros y guardaba, seguidamente, las manos en los bolsillos de mis pantalones.

Era cierto que la habilidad de aquella joven me había sorprendido. Pero no por ello me dejaría ver débil.

Negué con la cabeza antes de seguir mirando hacia los alrededores, cada vez más cerca de descubrir la localización de la mujer gracias a mi gran sentido del oído.

- ¿Tu don? -pregunté antes de soltar una carcajada, socarrona- ¿Tu don te permite desaparecer? -pregunté antes de negar con la cabeza y sacar finalmente de entre mis bolsillos un paquete de cigarro con un mechero, aprovechando que la lluvia empezaba a amaenar.

- ¿Sabes?, no tengo ni idea de qué tipo de poder tendrás, querida -comencé a decir mientras encendía el cigarrillo- Pero... me resulta bastante interesante. Sobretodo porque no he podido verte con claridad aún -aclaré.

Finalmente, coloqué el cigarro en mi boca, disfrutando por unos instantes de aquel humo que empezaba a recorrer mis vacios pulmones.
En pocos segundos, el humo del tabaco salía por mi nariz.
- ¿Eres tímida acaso? -pregunté de nuevo en alto, dejando escapar de nuevo otra risa.

Solía deleitarme y fijarme en mujeres que llamasen mi atención. Que mostrasen actitudes fuertes y que no dudasen en cometer locuras. Además, siempre solía juntarme con jóvenes que no mostraban verguenza ninguna.
Por el contrario, aquella mujer me llamaba la atención por la manera en la que se ocultaba. Más bien... por el interés que mostraba en su don.

- No pienso hacerte daño si es lo que estás pensando. Nunca dañaría a una mujer -aclaré antes de reirme divertido.
Aunque me riese, bien era cierto que no estaba en mis hobbies el golpear a las mujeres. Más bien porque desde muy joven, siempre me había visto como un galán.

Me reí con fuerza al escucharle de nuevo, negando con la cabeza ante aquellas palabras.
Sin duda alguna, aquella joven estaba logrando que mi paciencia rompiese sus límites. Y eso producía que las risas y las carcajadas saliesen por mi boca sin motivos particulares. Supongo que para relajar mi tensión.

- ¿Yo, peligroso?. En absoluto -contesté antes de mirar fijamente a la joven, finalmente encontrándola gracias a mi sentido auditivo.
- Veo a alguien -me burlé antes de señalarle con el cigarro- ¿Eres tú la verdadera vampira o... e otra ilusión formada por mi mente? -pregunté aún sonriente.
Aquel juego me estaba resultando entretenido.

Me moví un poco, aprovechando para darle otra calada al cigarro.

- ¿Sabes?. Yo siempre me he mantenido oculto entre la niebla. Ser el cazador y no la presa pero... gracias a ésto, me estoy dando cuenta de que ser presa no es, para nada, un deleite -

Y es que era cierto. El sentirse observado, sin saber dónde se podía encontrar tu atacante, era una sensación realmente agobiante. Agotadora.

A medida que escuchaba a la mujer, una ligera sonrisa se acomodaba en mi rostro.
Bien era cierto que el don que la joven poseía me resultaba increiblemente atractivo y aterrador, pero no por ello iba a mostrar señales de miedo hacia él.

- Ya veo... ¿Tu don actúa como si de espejismos se tratasen? -pregunté antes de sonreir ampliamente- ¡Vaya!, se trata de un don realmente impresionante -aclaré con total tranquilidad mientras dejaba caer el cigarro en la hierba.
De seguido, coloqué mi pie encima de éste y lo apreté para que se apagase por completo.

Mi objetivo en aquellos momentos era demostrar a la mujer que no quería hacerle daño. Y es que, en cierto modo, no tenía pensado hacerselo. Más bien... tenía interés por tener una conversación ligeramente normal con ella frente, sin ilusiones.

- Y dime, querida. ¿Eres de Forks? -pregunté volviendo a levantar la mirada hacia donde, supuestamente, el cuerpo de la joven vampiro se encontraba posado.

No me importaba demasiado de dónde provenía, pero no me quedaba otra más que preguntar cosas sutiles si deseaba mantener firme aquella conversación.
- ¿O tal vez extranjera? -

Abrí un poco los ojos ante la primera contestación de ella para finalmente mantenerme callado. Era poco inteligente hablar por hablar, por lo que sin más, dejé escapar un suspiro y miré hacia el cielo de nuevo. Seguía oscuro.

No pasó mucho tiempo antes de escuchar de dónde provenía la joven. Austria se trataba de un lugar que había recorrido muy pocas veces, más bien porque no me atraía demasiado.
A decir verdad... pocas regiones del mundo me atraían. Todo, totalmente todo ya se me había hecho aburrido en aquellos años.

- Supongo que desde hace tiempo, como todos -añadí hablando de los vampiros en general.

Era cierto que yo ya tenía bastantes años, pero, comparado con otros, aún era un jovenzuelo como vampiro. Por ello, muchas noches me dedicaba a pensar en mi eternidad. ¿Sería cierto que no iba a terminar nunca?... ¿Qué iba a ser de mí en los proximos diez siglos?.
Aún no me lo creía del todo.

Suspiré y tras encojerme de hombros, comencé a caminar de espaldas, alejándome poco a poco de donde la chica supuestamente estaba.
- Estuve en Austria. No me gustó -terminé aclarando con seriedad.

Note como el chico miraba al cielo, sentia que ya era hora de mostrarme y mientras recorde a Franco y Noah comenzo a darme nostalgia, e inmediatamente cuando me pasaba aquello, mi don comenzaba a fallar en algunos sentidos. Por lo que irremediablemente termine por presentarme ante él. Desde ahora podría ver como era la vampira que le hablab y donde exactamente se encontraba sentada.

-Lo inexplicable es porque todos los vampiros llegamos al mismo lugar. A Forks- Dije poniendome una mano en el menton, haciendo ademan de pensar. Y luego ante su ultimo comentario agrege, encogiendome de hombros -No digamos que Austria es lo mejor del mundo, pero tiene su encanto- Aunque sinceramente yo no se lo encontre, hice una media sonrisa, divertida.

Luego note que el chico se alejaba y antes de que llegara muy lejos pregunte -Y tu ¿Desde donde provienes? ¿Hace mucho que eres vampiro?- Al ojo, el no representaba mucho mas que la edad de Noah, lastima que hubiera tenido que pasar por esto a esa edad. Recorde la transformación de mi hermano y me estremeci. Sabia que jamas volveria a hacerlo.