Dando un paseo (LIBRE)

Una nueva tarde en Forks. Aun estaba aturdida por lo que me había pasado hace unos pocos días, pero debía olvidarlo y seguir con mi vida como si nada.
La abuela me había mandado a comprar un par de cosas, y como siempre, sin reprochar, acepté. Quería despejarme, no estar todo el día encerrada en esas cuatro paredes de concreto. Ansiaba que mi hermano volviera al pueblo de visita así tenia con quien descargarme. Era divertido escucharlo…muy divertido.

Me distraía con facilidad. Los pájaros que revoloteaban en el cielo se llevaban mi atención; sonreí caminando por el medio de la calle. No divise a la chica, tampoco su bicicleta. Para cuando pude reaccionar estaba tendida en el suelo con un fuerte dolor en el estomago. Me había pegado con el manubrio, si…porque si me hubiese arrollado, ya escaria en coma.

Cerré los ojos profundamente por el dolor, pero al instante volví a abrirlos. Solo veia el cielo nublado de Forks. No sentía ningún aroma, ni nada más que el pequeño dolor punzante.
Una sombra se acercó tapándome el paisaje. Divisé a una chica a la cual le sonreí de lado. Escuché sus palabras. Ella me había arrollado, y por el tono de su voz, estaba arrepentida. –El abdomen…solo eso…- Me costaba respirar, pero no estaba muerta, por favor! Solo un leve golpe.

Intenté incorporarme como pude, sosteniéndome del hombro de la chica, que notaba tenia el cabello un poco más rojizo que el mío. En mi mano derecha traía mi cámara de fotos, muy apretada para que no se hiciera daño. Las mejillas de la jovencita estaban rojas como un tomate. –No te preocupes, mi culpa…no me fije por donde caminaba.-me mordí el labio apenas.

Hice caso omiso a sus disculpas. –Por favor, no fue nada…podrías haberme matado.- Bromeé dejando escapar una dulce risa de mis labios. Hoy no traía nada de maquillaje y parecía más normal que nunca. –Gracias.- musité cuando me ayudo a sentarme sobre el suelo. Un par de personas nos miraban, pero seguían de largo como si nada. La gente de aquí era muy desconsiderada. En fin, era una suerte que no tuviera nada roto.

Apoyé la cámara sobre mi regazo. La examiné un poco, notando que estaba en perfectas condiciones, volviendo mis ojos claros de tonalidad verdosa a la joven. –Si, me gusta. Soy fotógrafa, pero no encuentro muchos lugares lindos aquí, en Forks. Me han dicho que tengo que cruzar el bosque, y un claro. Hay como una especie de río. Luego veré…- me encogí de hombros. –Cómo te llamas?- Saltó mi curiosidad. Al menos debería saber el nombre de la chica tan parecida a mí, y que había sido la causante de este revuelo junto conmigo.

Solté una suave y cantarina risa de mis labios. Acto seguido, posé mis zafiros en la joven que se encontraba tendida conmigo, en el suelo. No nos importó pararnos; no pasaban muchos autos por el lugar. Allí estábamos bien y si alguien nos decía algo, me encargaría de sacarlos a patadas con mi carácter. Podía ser simpática y amable, pero si se me molestaba, ardía Troya. –Oh, si hablas de torpeza, soy la numero uno. A veces hasta me tropiezo con mis propios pies. –Reí de nuevo.

Ante su pregunta, de si era nueva, asentí con la cabeza. –Hace pocos días me mudé a Forks, con mi abuela. Antes vivía en Seattle. –Me sacudí las rodillas, que tenían algo de polvo. Con rapidez, volví a mirarla. No me gustaba cortar el contacto visual con las personas; para mí, lo principal eran los ojos. Con ellos se sabía casi todo.

Mis ojos brillaron cuando comentó aquello. –Universidad? Wow, eso es genial. Yo…no he tenido la oportunidad de asistir a una, pero que te enseñen fotografía, es estupendo! –acoté. Para mí, todos éramos buenos. Algunos con mas experiencia que otros, o con más fanatismo, pero el que sabia como apretar el botón para sacar la foto, ya era fotógrafo. Incliné la cabeza. –El bosque es peligroso…pero interesante… –Suspiré. Volvería a entrar a aquel lugar? Pero eso ni se preguntaba! Claro que si. Aunque sea para intentar volver a verlo.

Tomé su mano, estrechándola. Provocó un nudo en mi estomago. Estaba calida, no fría…esto iba a matarme. –Un placer conocerte Iris, aunque sea en estas circunstancias. –Reí muy divertida. –Soy Zaraí. –Ambas teníamos nombres raros, pero lindos. –¿Tú vives en Forks? Desde hace mucho, claro. –pregunté con curiosidad.

Tenía razón. Si nos quedábamos un poco más aquí, en medio de la calle sentadas, alguno nos pasaría por encima sin importarle. Me levanté, notando un deje de dolor pasándome por la cintura, mas hice caso omiso al mismo. La seguí, sacudiéndome la ropa; tenía tierra por todos lados. Asentí ante su comentario de la torpeza en ella. Para algunas personas era vergonzoso. En mi caso, me reía de mis tonterías. Disfrutaba la vida, la exprimía. No iba a haber otra igual. –Eso se arregla con el tiempo. Creo… –musité y solté una risita. Claro que era una broma, se notaba. Yo también podía considerarme distraída; si pasaba un pájaro, me le quedaba mirando, y eso tenía sus consecuencias, como el golpe recibido.

La escuché. Poseía una voz suave y melódica. No me cansaba de escucharla; me pasaba seguido el no querer pasar tiempo con una persona por no soportar su voz. –Si, vivo con mi abuela, pero es extremadamente protectora. Terminaré por irme a vivir con mi hermano. –bufé. Apenas y que me dejaba respirar. Me permitía no seguir mis costumbres, pero faltaba que me pusiera una pulsera con una alarma, que se activaba al salir de casa. –Entonces, supongo que no vives en Forks. Estás de vacaciones? –Quizás estaba suponiendo mal, pero había dicho que venía cada verano. Podía vivir en alguno de los pueblos cercanos. Solo deducciones.

Me crucé de piernas, como indio, en la vereda. Mantenía mis ojos fijos en ella, sin cortar el contacto visual. Me gustaba ver a las personas a los ojos cuando entablaba una conversación. –Comprendo. ¿Y qué carrera estás haciendo? –Se notaba mi curiosidad, mi interés por ello aunque no asistiera a la universidad.
Asentí sonriendo ligeramente, levantando mis mejillas por el acto. Tenía razón, el bosque era uno de los mejores lugares a los que se podía asistir. Había ido de noche, pero…podría darme una vuelta de día. Quizás de esa forma no era tan peligros. –¿Y qué me dices de los alrededores? ¿Valen la pena? Me han comentado de La Push y se me antojan visitas. –dije. Me abracé a mis rodillas inclinando un poco la cabeza hacia un costado, para verla mejor.

Off: Perdón la tardanza

Teníamos muchas cosas en común. A ella tampoco le importaba ser distraída, llevarse las cosas por delante, etc. Sin duda eso era algo que me caracterizaba mucho, o también, el tropezarme con los zapatos en la noche. Mi mejor amiga siempre se había reído de mí por ello, y como si fuera poco, yo reía con ella. Son cosas graciosas que pasan en la vida, y para malos momentos teníamos las tragedias.
Ojala el tiempo nunca me arrebatara una de las cosas que más me gustaba. No agregué más comentarios, todo estaba dicho, mas aun así seguía creyendo que ella y yo teníamos más cosas en común de las que creíamos. Apoyó su cabeza en el tronco del árbol. Dejé que una fina sonrisa cruzara mi pálido rostro -siempre maquillado con rubor para no parecer una cebolla- y observé ligeramente el cielo. Despejado. Me pareció bastante extraño ya que en este pueblo el sol no salía muy a menudo -por no decir nunca-. Un hermoso día.

Nuestras miradas se volvieron a encontrar al paso de unos segundos. Mi día había dado un vuelco; pensaba volver a casa temprano, pero ahora, prefería seguir entablando conversación con esta chica, que a pesar de haberme arrollado, era tan amable conmigo. No todos los días se conoce a alguien que quizás pueda llegar a agradarte como para formar amistad. Y yo era muy complicada al momento de tener amigos.
Agaché la vista, mordiéndome el labio inferior. No acostumbraba contar cosas como esta pero, ¿Por qué no soltarme una vez? –Mis padres me odian. Soy árabe, y en nuestro país teníamos costumbres, pero…por favor, estamos en América! Me rebelé y me llamaron de la peor forma en que un padre puede considerar a su hija. Me fui de casa y…pues vine a vivir con mi abuela. –Mi historia. No tan complicada para el contexto, si para mí.
Le regresé la mirada, con una pequeña sonrisa. –Mi hermano se fue de casa al mismo tiempo que yo. Él alquila un departamento; iba a irme con él, pero elegí dejarlo respirar en paz. Mi abuela es demasiado estricta…me vigila los pasos todo el tiempo. Es casi igual que mis padres. –Bufé, haciendo un pequeño berrinche muy gracioso.
Su historia me llamó tanto la atención, como la mía a ella. No me perdí de ningún detalle, y tal como me ocurrió, no nombró a sus padres. –¿Puedo preguntar por tus padres? ¿O…no? –dije, pidiendo permiso. No todas las historias tenían final feliz, por lo tanto, no quería abrumar a mi acompañante.

Al escuchar lo que estudiaba, tragué saliva. –Ok, definitivamente nunca cursaría esa carrera. Me desmayaría con ver un poco de sangre. –Negué con la cabeza, riendo. La sangre me daba mucha impresión, como también las fracturas o cosas por el estilo; pero, me contradecía a mi misma, porque amaba las películas de terror con mucha sangre. –Serás una gran doctora. Al menos ya se a quien recurrir. –mencioné con un deje de alegría.
Negué rápidamente, pero me encontré emocionada por su comentario. –No, aún no he ido, pero por lo que me estas diciendo, será mi próximo destino. –comenté. Acaricié inconciente mi cámara de fotos. La Push no se libraría de mi arte.

Off: Perdóname a mi u.u Tardé mucho por el examen de inglés.