·Siempre lo mismo [Libre]

Siempre lo mismo. Día tras día los sucesos que ocurrían en la pequeña ciudad de Volterra, en concreto, en la mínima parte de la misteriosa ciudad, eran siempre los mismos.
No es que me molestase el juzgar a todos aquellos seres que incumplían nuestras normas, pero simplemente... se me hacía tan repetitivo que a veces desearía que algo más excitante ocurriese. Algo que realmente me hiciese enfadar pues hacía varios siglos que no lograba volver a entrar en cólera.
Sí, posiblemente pareciese una estupidez el desear aquello, pero en cierta manera el sentirme repleto de ira me hacía sentir vivo, aún más vivo de lo que ya sabía que estaba.

En aquellos momentos, mientras caminaba por los enormes pasillos de la guarida, de nuestra guarida, lo único que podía escuchar con plena seguridad eran mis propias pisadas. Mis pies golpeando contra aquellos caminos que tantas veces había recorrido.
No, realmente no deseaba admitir que sin la compañía de Marcus y de Aro me aburría bastante. Bueno, más de lo que me aburría habitualmente. Y es que en todo aquel día, no había logrado ver a ningún miembro y eso, en cierto modo, me molestaba un poco.

" Al parecer se han puesto de acuerdo para evitarme " pensé mientras que una ligera sonrisa se acomodaba en mi rostro.
Sí, admito que deseaba tomarme aquello en broma.

A medida que caminaba, podía observar como mis propias piernas me llevaban hacia el salón de los tronos. Y es que... ¿qué más podía hacer?, despues de todo... las cosas siempre volvían a ser las mismas una y otra vez.
Siempre era lo mismo.

Me encontraba a pocos metros de la puerta que daría a la sala de los tronos cuando el olor de la pequeña Jane se apoderó de mis sentidos olfativos. Y es que aquella jovencita se hacía notar estuviese donde estuviese.

Me alegré. ¿Para qué mentir?. Agradecía que finalmente un Vulturi diese señales de vida en aquel enorme y nefasto lugar.

Mis pasos se detuvieron y mi mirada comenzó a levantarse del suelo para, poco a poco, ir observando como la pequeña joven se encontraba delante mía, siempre con aquella sonrisa que la hacía destacar.
No supe porqué, pero una ligera sonrisa se apoderó de mi rostro tambien.

- Es extraño veros por aquí, Jane -contesté con total tranquilidad, dejando en claro que me sentía cómodo en aquel ambiente silencioso aunque no fuese verdad. En absoluto.
- Pensé que os encontraríais con vuestro hermano o, en tal caso, con Aro -añadí a la vez que me detenía a un lado de ella, mirándole de reojo para así poder observarla.
- Pero... ya veo que a vos tambien os tienen olvidada ultimamente -aclaré antes de dejar escapar una risa un tanto socarrona.

No podía fingir que aquello no me divertía.

Mis ojos se abrieron de par en par, dándome cuenta de que, sin duda alguna, había permanecido muy ausente para ni siquiera saber que un joven de nuestra órden se había excluido de ella.

Una mueca llena de molestia se apoderó de mi rostro. No me podía creer que una de las piezas más valiosas para los Vulturi nos hubiese traicionado de aquella forma.

- Asique... Alec ya no pertenece a... -comencé a decir sin terminar la frase pues un ligero gruñido de rabia se soltó de mi boca.
- Sin duda alguna he estado muy ausentado, Jane, mis disculpas -contesté tranquilizándome un poco mientras me disculpaba con la joven por mi ausencia.
- ¿Sabes?... es... todo un honor que vuestra presencia siga rondando por éstos lugares -añadí antes de girarme hacia ella y posar una mano en su hombro para intentar tranquilizarla.
- Mientras te tengamos a tí aún sigo con esperanzas puestas en nuestro poder -aclaré mientras una ligera sonrisa se posaba de nuevo en mi rostro.
- Creo que cuando Aro se encuentre de vuelta me tendrá que informar de todo ésto -susurré, esta vez, más para mí que para ella.

Quería pensar que sin Alec seguiríamos estables, pero la molestia de que el muchacho ya no se encontrase con nosotros realmente me incomodaba.
No sabía cómo, pero... debía traer de vuelta a aquel joven. Despues de todo... sabía demasiado de los Vulturi como para estar rondando por el mundo a sus anchas.

Asentí al escucharle.
Aunque intentase dejar de lado los pensamientos referidos a Alec, la rabia seguía corriendo por mis frías y secas venas, llegando a acumularse en todos mis músculos y haciendo que mis ojos tomasen un color mucho más rojizo de lo habitual.

Una de mis manos se posó en mi pelo, deslizándose desde el borde de la frente hasta las puntas.
Intentar tranquilizarme en aquellos momentos era un caso perdido, pero... ¿qué más podía hacer?.
Realmente estaba perdido. Sin Aro y Marcus a mi lado, todo me estaba resultando más difícil.
No deseaba creer que aquello sería la perdición de los Vulturi. No quería pensar que el fin de nuestro Clan podría estar próximo.

- Jane, me sigues siendo fiel, ¿cierto?, nos sigues... siendo fiel, mejor dicho, ¿verdad? -pregunté mientras que una mueca de seriedad se apoderaba de mi rostro dejando claro que no me iba a quedar con los brazos cruzados.
- Querida, esté o no esté Aro con nosotros... esté o no esté Marcus.. -comencé a decir mientras que mis piernas volvían a encaminarse hacia la sala de los tronos, abriendo la puerta de par en par para ver el resplandeciente espacio vacío.
- Creo que va siendo hora de que hagamos algo al respecto -añadí dirigiéndome hacia mi respectivo trono- No puedo quedarme parado sabiendo que una de las piezas del puzzle está jugando a ser un vampiro de buen fe -aclaré, esta vez, con desprecio.

Asentí varias veces antes de sentarme en el trono correspondiente, aquel trono que había sido signo de mi poder durante siglos y siglos.

Escuché las palabras de Jane con calma, no sin dejar ver en mi rostro una mueca de molestia ante todos los acontecimientos que estaban ocurriendo.
Era en esos momentos cuando me preguntaba si Aro y Marcus regresarían para ayudarme. Era ridículo, sí, pero sabía perfectamente que aquello no podía hacerlo solo.

- Está bien, esas palabras son las que quería oir salir de vuestra boca -aclaré mientras mis ojos se cerraban, tomando una postura totalmente informal.
- Creo que me tomaré un tiempo para pensar y organizar las ideas que tengo en mente... -añadí sin abrir aún los ojos. Sintiendome agusto al ver que Jane seguía a mi lado, escuchándome.
- En cuanto me sienta con fuerzas, pediré a Demetri que busque a Alec para mí -concluí, dejando escapar una ligera sonrisa en un final- Tranquila, Jane, yo me encargaré de que tu hermano vuelva -

" O que por lo menos... sea eliminado " pensé seguidamente en mi mente.
Me dolía tener que acabar con la vida de una de las mejores armas Vulturi, pero aquel muchacho sabía demasiado, y eso era algo que no podía permitir.

Levanté la mirada hacia ella escuchando sus palabras. En esos momentos no pude evitar pensar en qué haría si algo o alguien acababa con la vida de alguno de mis hermanos. ¿Realmente me dolería?... No lo creía, pues los sentimientos que en mí se encontraban habían sido consumidos el día en el que había dejado de ser humano.
Por otro lado, no podía evitar sentir "algo" hacia los Vulturi, hacia mi familia.

En ese momento, mi mirada se posó en los ojos de la pequeña. Reconocía que Jane lograba hacerme estremecer cuando en mi mente se pasaban las imágenes de la joven torturando a sus víctimas. Igualmente, aquel no era el momento para pensar en los extraordinarios poderes de Jane.

Me levanté de nuevo, acercándome a ella con cierta seriedad.
- ¿De verdad asesinarías a tu propio hermano? -pregunté antes de soltar una ligera carcajada y negar con la cabeza- No lo dudo, pero os veo aún demasiado unidos para que puedas hacerlo por tí sola -aclaré finalmente.

Tras resoplar, posé una mano en el hombro de la pequeña.
- Yo me encargaré personalmente de él -aclaré con cierta frialdad esta vez, dejando ver en mis ojos rojos una diversión que hacía siglos que no había aparecido.
¿Agradecer a Alec?, posiblemente tuviese que hacerlo antes de eliminarle pues nunca me había sentido tan vivo como en aquellos momentos.

- Jane, debemos reunir a los Vulturi como sea -añadí apartando la mano de su hombro para finalmente dirigirme hacia la puerta, dispuesto a salir de la estancia.
- Alec nos ha retado a una guerra en la cual nosotros no perderemos -

Una enorme sonrisa se acomodó en mi rostro de nuevo, dejando claro que la calma entre los vampiros había llegado a su fín.
No podía permitir que todo lo que habíamos forjado tanto mis hermanos como yo se desmadrase por una simple insolencia de un niño.

- Está bien, dejo en vuestras manos la unión de los Vulturi, Jane -aclaré friamente antes de abrir la puerta con cierta fuerza y empezar a salir por ella- Sé que lo harás perfecto, como siempre -le halagué antes de dejar la sala.

No tenía duda alguna de que la joven conseguiría todos sus propósitos, pues sabía de sobra que Jane no era una joven inocente y... mucho menos tonta.
Dejé escapar una ligera sonrisa mientras miraba a un punto fijo que era lo mismo que mirar a la nada.

" Ésto posiblemente pueda ser una locura, pero... llevo mucho tiempo deseando jugar con mis propias cartas " pensé mientras me relamía los labios.

Era cierto que mientras Aro estaba a mi lado, nunca podía hacer lucir mis ideas, pero sin su presencia, lograría todos mis deseos con mis propios métodos.
Me gustaba deleitarme con el poder que en aquellos momentos sostenía en mis manos: A todos los Vulturi.