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Under the Sky.~ [Tanith]

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Under the Sky.~  [Tanith] Empty Under the Sky.~ [Tanith]

Mensaje por Zaraí Azeeza Miér Dic 09, 2009 12:54 am

Desde esta perspectiva el paisaje se veía hermoso. No tenia ni idea de cómo había llegado hasta estos lugares pero no me arrepentía de ello. Algunas indicaciones por parte de los cazadores, o de los residentes de Forks, pero mi inteligencia se había perdido y no había marcado el camino de regreso. Se convertiría en una tortura y seguramente, tendría que quedarme a vivir en el bosque como una salvaje.

Los pies me colgaban. Me encontraba sentada en la punta del acantilado. A mi parecer estaba en la frontera, ya que si miraba hacia mi derecha, a lo lejos se podían observar las playas de La Push. Mucho más al fondo, los acantilados, mas era una nebulosa y quizás algunas hormiguitas saltaban de allí.
Me comentaron sobre los saltos de acantilado, sobre la adrenalina, el peligro, la emoción. Quizás algún día podría probarlos. No llamaban mucho mi atención que digamos.

La fuerte corriente marítima golpeaba contra las rocas, provocando un fuerte sonido impactante, y al mismo tiempo, relajante. El ambiente estaba fresco. Aquí en Forks no podía traer mi ropa de verano puesta; la temperatura pocas veces superaba los veinte grados. Por lo tanto, traía un jean ajustado, zapatillas, una blusa mangas largas y una campera bien abrigada. No quería pescar ninguna enfermedad.
Levanté la cámara, miré por la pantalla digital y saqué otra foto.

No podía explicar lo que pasaba por mi cabeza. Últimamente estaba muy confundida, pensativa. Había llegado a creer que lo pasado noches atrás, en el bosque, con aquel vampiro, había sido todo un mero sueño. Una ilusión. Pero aquellas barreras se venían abajo cuando observaba mis ropas, completamente destrozadas, sin vuelta atrás. Allí me daba cuenta de las cosas, de la realidad. Además, sus labios fríos sobre la piel erizada de mi cuello…imposible de olvidar.

Sonreí entre mis pensamientos, notando la brisa que golpeaba con ligereza sobre mi pálido rostro, del cual se enrojecían las mejillas cuando las levantaba; es decir, cuando una fina línea cruzaba mi rostro, curvándose hacia arriba. Era pálida, bastante, pero al menos no perdía el color en ocasiones. Las veces que me sonrojaba, era notorio, más porque el color de mi cabello combinaba con el de mis mejillas.

Me miré las manos, donde yacía la pesada cámara que mi hermano me había regalado cuando me gradué de la secundaria. Revisé dos veces las fotos que había tomado. El fondo de las mismas estaba nublado, típico clima en Forks. El agua cristalina, atrapante, tan hermosa como lo son los ojos de aquel vampiro.
Demonios, tenia que sacármelo de la cabeza de alguna forma. No iba a volver a verlo, no después de que quisiera tomarme como un aperitivo. Podía no haber una segunda oportunidad para mí. Mi ángel no estaría todo el tiempo para protegerme.

Suspiré. Apoyé ambos brazos a los lados de mi cuerpo, cerrando los parpados con lentitud. Necesitaba disfrutar de la naturaleza, del ambiente tranquilo, unos minutos, unos segundos…
El frío césped se colaba entre mis dedos, humedeciendo mis calidas y pequeñas manos. Comenzaban a venir los recuerdos; mi hermano, el ser que más adoraba en todo el mundo. Él siempre había estado a mi lado en todo momento, apoyándome, e incluso se fue de casa a los pocos días después de mí. Aceptaba que no quisiera seguir mis costumbres, ya que él tampoco deseaba seguirlas. Nos revelamos, por así mencionarlo. Fue muy placentero.

Los bailes. Desde niña me habían enseñado la danza originaria de mi país. Cuando tenía tiempo, en casa, la practicaba. Un caderín de monedas, un poco de música imaginaria, y todo fluía con total normalidad. Los movimientos, la coordinación, llevaba aquella danza en la sangre.

Los paisajes. A pesar de haber pisado Estados Unidos con tan solo seis años, lagunas de imágenes de mi país natal me invadían. Las casas, con aquella infraestructura tan particular, que nunca se apreciaría en países tan desarrollados; la comida! Oh, extrañaba tanto las empanadas árabes. Mi abuela las hacia cada tanto, pero no era lo mismo. Los ingredientes naturales eran importados y ya perdían su magia.

Mi descanso fue interrumpido por un crujido de hojas, detrás de mí. Abrí los ojos como platos, agudizando los sentidos, queriendo escuchar algo más. Estaba alerta. Alex me había dicho que tuviera cuidado y yo, como cual tonta, seguía adentrándome en el peligro. Es que era imposible pasarme toda la vida encerrada en casa, o…salir acompañada. Estaba sola en este mundo, más de lo que alguien podía imaginar de mí.

Ondeé mi cabello, girando un poco la cabeza había atrás. Necesitaba saber de qué o quién se trataba, ya que el sonido no había cesado…
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Under the Sky.~  [Tanith] Empty Re: Under the Sky.~ [Tanith]

Mensaje por Tanith Kendall Miér Dic 09, 2009 1:46 am

Hacía frío.

Hacía frío y mi piel se sentía reseca. El clima era estúpido, ¿quién demonios elegiría –por voluntad propia –vivir en un pueblo sumido en el medio de la nada donde ni siquiera salía el sol? Negué con la cabeza un par de veces y me puse de pie. La cama era un buen lugar para esconderme y negar que era un día de escuela y yo debía estar ahí, congelando mi trasero en un pupitre, como todos los demás jóvenes de Forks. Así que, hasta ese momento, la cama y yo éramos las mejores amigas del mundo. Ella me mantenía tibia y yo, bueno, yo realmente no le daba mucho. Una relación unilateral.

En cuanto mis pies tocaron el casi congelado mármol del piso, me arrepentí de no haber desempacado aún. Y es que mis maletas, al menos las que contenían mi ropa favorita, aun no me eran enviadas. Maldije mentalmente a mis padres, cosa que se estaba volviendo un hábito difícil de dejar.

Rebusque entre la ropa de la maleta que seguía en el mismo lugar donde la había colocado la noche anterior; junto a la ventana, al lado del ropero, pero no lo suficientemente cerca como para considerar meterla. Tome una falda oscura y una blusa negra semitransparente a juego. Y la chaqueta de cuero que había obtenido de mi último novio; Eric. Un hombre excesivamente guapo, mayor que yo y dueño de un bar.

Él era algo así, como un amor prohibido. Prohibido por mis padres, cabe mencionar. Porque era un adulto, porque tenía un bar, porque era peligroso.

“Porque es un vampiro y lo único que quiere es succionar tu juventud” –dijo una vez mi madre.

-Katie hizo la maleta –murmure con un bufido. Katie era mi hermana menor, una niña consentida y demasiado amable para ser real. De hecho, su pasatiempo favorito era ayudarme, aunque yo no lo necesitara. Y el hecho de que toda mi ropa de verano estuviera guardada –por tonos –ahí, indicaba que ella era la responsable. En casa, siempre decía que la ropa sexy o gótica era lo que mejor se me veía.

-Gracias, Katie –dije a la nada. Pero en el fondo, por imposible que resultara, esperaba que ella me escuchara, a través de los kilómetros de distancia.

Una vez vestida, me dirigí a la escuela. Tenía que caminar, porque de nuevo, mis padres pensaban que era un peligro al volante y yo… no podía negarlo. Las multas de tráfico que se acumulaban en la gaveta de mi mesita de noche, en casa, hablaban por si solas.

En fin, ¿Qué iba a hacérsele? Una es como es y yo… era ese tipo de chica. La que es demasiado rebelde para que los padres la quieran cerca de sus hijos, pero desmedidamente popular para que los hijos se acerquen a mí, sin pedir permiso a los padres.

Camine bajo la oscuridad que las nubes me proporcionaban y un par de metros antes de llegar a la propiedad de la escuela, di la vuelta. No, ese día tampoco parecía ser bueno para asistir a clase.

Deambular se me daba bien últimamente, aunque me había llevado a conocer a ese extraño chico; Embry, que era algo así como un ser mitológico, capaz de transformarse a deseo en un lobo. Por si a caso, el bosque no sería mi elección esta vez.

Camine y camine. Mis pensamientos se encontraban en otro lugar, en cualquiera con una calefacción decente. Las hojas secas crujían bajo mis pies y mi vista estaba perdida en la variedad de tonos de verde. Era impresionante. Antes de venir a Forks, el único verde que conocía era ese… verde. Y ahora podía ver que había un verde para cada hoja, otro para las plantas, un verde casi brillante contrastando en el cielo, incluso mi piel se veía verde pálido.

Eleve la vista hacia el frente y note que había una persona. Una chica, para ser exacta, su cabello pelirrojo brillaba tenuemente. Como nota mental, pensé en preguntarle más tarde por el shampoo que usaba. Pero la primera imagen que tuve fue de ella con Dean.

Dean, era un viejo amigo. Algo así como un hermano mayor, pero tenía una debilidad por las pelirrojas. Él era el tipo de amigo, que tiene un auto genial y es un éxito con las chicas.

Y también era la razón por la cual, su hermano criticaba nuestra amistad. ¿Cómo era que se llamaba? Simón, Saúl. Algo así, el punto es que siempre que lo veía, me daban unas ganas enormes de ir a un zoológico.

“Si él estuviera aquí, seguro que le pediría una cita a la chica” –pensé divertida, sin detener la intensidad de mis pasos.

El paisaje se abría ante mí, en su totalidad majestuoso. Como si hubiera sido pintado por un artista exótico, con favoritismo por el verde.

-Hola… -dije y entonces note algo, yo conocía ese cabello, yo conocía esa piel pálida – ¿Zaraí? –pregunte recordando su nombre de inmediato. Me congele momentáneamente y mis ojos se estancaron en ella. Esperaba escuchar una respuesta. Algo que me dijera que por algo fortuito de la vida, ambas nos encontrábamos en el mismo lugar.
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Under the Sky.~  [Tanith] Empty Re: Under the Sky.~ [Tanith]

Mensaje por Zaraí Azeeza Miér Dic 09, 2009 2:50 pm

¿Casualidades de la vida? No lo creía El destino había cruzado nuestros caminos una vez más.

Hacía poco menos de un año que no la veía. Compañera de la secundaria, mejor amiga, confidente. Ella lo era todo para mí, hasta que finalizamos nuestro arduo trabajo y tuvimos que separarnos. Mis padres nunca aprobaron nuestra amistad; la odiaban. Hasta el día de hoy no podía comprender el motivo.

Tanith era una joven especial, diferente a cualquier otra chica que conocía. Tenía su carácter, al igual que yo, sus locuras y su irónico sentido del humor. A pesar de todo, nunca nos habíamos llevado mal, y era quien podía pararme cuando se me saltaban los humos.
Muchas personas sabían que no debían meterse conmigo. No tenía la apariencia, pero detrás del rostro angelical se escondía una fiera preparada para atacar. Cuando se liberaba, nada ni nadie podía controlarla. Nada excepto mi hermano y mi mejor amiga.

Mientras estaba en casa de mis padres le había escrito cartas. Nunca las respondió, a lo que concluí, nunca le llegaron. Eran tan entrometidos que se meterían dentro de mi placard para ver si alguna de mis prendas llevaba perfume masculino. Una vez encontraron aquel aroma y fue la marca de mi desgracia.

Salté de golpe, dejando la cámara a un lado entre los yuyos, parándome con gracia y agilidad. Recordaba su cabello, tan desalineado que combinaba perfectamente con su aspecto de chica rebelde. Era muy hermosa, y quien no podía notarlo, tenía cataratas en los ojos. Muy diferente a mí físicamente, pero tan iguales en otras cosas.
La observé logrando que apareciera una sonrisa en mi pálido rostro. –Tanith! –dije, emocionada. No esperé a que me respondiera que ya la estaba envolviendo entre mis brazos. De vez en cuando demostraba afecto de esta manera. Esperaba que mi amiga no me despegara a los golpes.

Me separé un poco para seguir mirándola. Un año, una eternidad, y no había cambiado en nada. Pues claro, para nosotras, estábamos en la plenitud de la juventud. Quizás su cabello castaño estaba más largos; no lo había medido con regla la última vez.

–Ha pasado tanto tiempo, no sabes cuanto te extrañé. –La alegría se notaba en mis expresiones. No podía creer todavía que nos viniéramos a encontrar en un lugar como este. Las calles eran más seguras, mas no…nosotras teníamos que romper con el prototipo común.
Mientras analizaba la situación, fruncí el ceño. Algo no andaba bien. A Tanith no le gustaban los pueblos como este. Ella era la típica chica de la ciudad, de lo urbano.

En todo caso, si ella se independizaba, elegiría un sitio como Hollywood, o Los Ángeles. –¿Qué estás haciendo aquí, en Forks? Digamos que…no es uno de tus lugares predilectos. –Me llevé un dedo a la barbilla, pensativa. Ella adoraba el sol, los chicos, las fiestas. Éste lugar carecía de todo. Faltaba una tuerca en la maquina para que funcionara con total normalidad.

Desde mi punto de vista, reconfortante. Un poco aburrido, claro que si, pero tranquilo. Me gustaba estar recostada en la noche sobre la terraza de la casa, con mis claros iris puestos en el cielo nocturno, sobre las estrellas, la gran luna llena. Por sobre todas las cosas, amaba la luna llena. Sensación de paz, romanticismo.
Diablos, me estaba volviendo cursi. Que asco!

La conduje tomada del brazo hasta donde estaba yo antes, sentada sobre el acantilado, con los pies en el aire. Ella no tenia vértigo, yo tampoco; ningún problema. Aparté más mi cámara de fotos hacia atrás por miedo a que cayera al vacío. Luego nos sacaríamos un par de las mismas para tener.

Esta vez me aseguraría de no perder contacto con ella. Los días que habíamos pasado en la secundaria no se borraban ni con un lavado de cerebro. Los mejores años, los mejores días. Risas, descontrol, líos, castigos. Todo lo que me implicaba, también la metía a ella; y viceversa.

Aun no podía creer como había sobrevivido en tal soledad por un año. No tenia con quien descargarme, a quien contarle mis anécdotas, con quien reír a carcajadas hasta la madrugada; hablando de ropa, chicos, programas de televisión, libros.
Había querido llamarle luego de separarnos, mas mis padres se empeñaron tanto en borrarla de mi vida, que todo había sido en vano. Nada de teléfonos, de cartas, de e-mails. Yo era anti-tecnología también por aquellas prohibiciones.

–Cuéntame cómo has estado, que has hecho…y Eric? –Rápidamente el nombre de su novio se vino a mi cabeza. Alto, musculoso, rubio, peligroso. Tenía todos los atributos que atraían a una chica. Sabia que hacer y en que momento; conocía esas cosas por ella, porque no me metía en medio. Los novios o los hermanos de tus amigas, son intocables.
Le sonreí.
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Under the Sky.~  [Tanith] Empty Re: Under the Sky.~ [Tanith]

Mensaje por Tanith Kendall Miér Dic 09, 2009 4:57 pm

Era ella. No estaba soñando. De verdad era Zaraí. Pude estar completamente segura de ello, cuando de golpe se puso de pie y sus brazos me rodearon. Por unos segundos, me congele, no estaba realmente acostumbrada a las muestras de afecto por parte de las personas, comúnmente me bastaba solo con un par de palabras para entender el concepto de que alguien me apreciaba. Pero, ¿Qué demonios? No todos los días te encuentras a tu mejor amiga, a la que tienes un año sin ver. Así que, deje que mis brazos también se cerraran alrededor de ella.

Era genial, volver a verla. Hasta donde sabia, ella y su familia me odiaban. O eso me había dejado claro su madre, la última vez que intente ponerme en contacto con ella. Por lo cual, deje de insistir, cese la escritura de cartas y las tentativas de llamadas telefónicas. Técnicamente, el contacto fue nulo.

En ese momento comprendí, que era algo de su madre. Que si ella no regresaba mis llamadas no era porque me odiara –como siempre me recordaba la señora –si no, porque, o era ignorante de ellas o simplemente se lo prohibían.
Y ahora, allí estaba ella. De entre todos los pueblos del mundo –y los acantilados –venia a tropezarme de nuevo con la diversión que ella significaba.

Espere un momento más, mientras el abrazo duraba antes de desatar mi locura. Y es que estaba feliz de verla, feliz de saber que quizá, no era la única expulsada del paraíso. Aunque conociéndola, probablemente ella estaba ahí por elección propia.

-Se cuanto me extrañaste –sonreí pretensiosamente antes de continuar –porque yo te extrañe lo mismo. Dios, mírate, estas…. –la mire de arriba abajo –diferente, brillas. –Murmure buscando que era lo que la hacía resaltar -¿Esta tu madre por los alrededores? –quería saber si debía saltar del acantilado, solo porque esa muerte seria mas pacifica.
Me mire a mi misma y me encogí de hombros mentalmente, si moría, –o su madre me asesinaba –al menos me vería bien.

Rodé los ojos sin poder evitarlo. Me conocía tan bien, que dedujo al instante que era extremadamente raro que yo estuviera en un lugar como ese.

-Es mi cárcel –dije trágicamente y suspire profundamente –Mi castigo por ser demasiado, yo misma –esa era la realidad. Mis padres me castigaban por tener una personalidad propia y por seguir mis reglas. Era una lástima, el mundo de los adultos, se volvía aburrido una vez que se superaban los 21 años.

Esperaba que mi carácter se mantuviera en la misma línea a pesar de que envejeciera. Y es que, como había escuchado una vez “Envejecer es obligatorio, madurar es opcional” Y yo, estaba perfectamente bien siendo inmadura y rebelde.

Me condujo al lugar donde previamente se encontraba ella y tomamos asiento. La vista era mucho mejor desde ahí, podía sentir la brisa ligera meciendo mi cabello.

Escuche su pregunta acerca de Eric ¿pero como resumir lo que había sucedido?

-Larga historia –negué con la cabeza un par de veces, pero aun así, hable -¿Recuerdas el bar que tenia? –pregunte retóricamente. Era casi seguro que lo recordaría, antes, cuando estábamos todo el tiempo juntas, si debía buscarme, me encontraría en el bar. Rodeada de gente con estilos góticos, fingiendo ser vampiros. Amaba ese lugar. –Bueno, digamos que ahí conocí a un chico…. –reí abiertamente, para que supiera hacia donde se dirigía la conversación –el chico más genial del universo. Damon –deje que su nombre se deslizara por mi lengua. Siempre me había fascinado, un chico malo, con aires de superioridad y una sonrisa sarcástica pegada a sus labios 24/7. Perfecto.

-Bueno, supongo que en resumen. Yo le guste, el me gusto y salimos por un tiempo. Eric se dio cuenta y, tengo prohibida la entrada a su bar, al menos hasta que los jinetes del apocalipsis vengan –hice un movimiento con la mano derecha para restarle importancia –ahora el está con una chica rubia, bastante hueca, Susy, o algo así –los nombres nunca fueron realmente lo mío.

-Y Damon, bueno… no lo volví a ver. Resulto que éramos buenos estando juntos a escondidas, pero cuando todo salió a la luz, dejo de ser divertido –había perdido esa emoción que dan las cosas prohibidas y por ello, la relación se había ido directamente al demonio.

-Pero, eso no es importante ahora –me acomode en el asiento improvisado, seguramente al levantarme tendría que sacudir mi ropa y rogar para que la lavadora sacara las manchas, pero por el momento, se sentía bien estar en compañía de alguien querido. –-¿Dónde estuviste todo este tiempo? Me preocupaste –-deje que mi voz expresara como me había sentido –Tu madre dijo que no querías volver a saber nada de mi –sonó casi como un reproche, pero no lo era.

Le di un pequeño empujón con la mano, a penas para mover su hombro. Era como una expresión de cariño y de nostalgia por el pasado y el tiempo que habíamos perdido de nuestra amistad.

-Oh, pero debes decirme –abrí los ojos desmesuradamente -¿Hay algún chico en tu vida? –moví las pestañas intentando que se compadeciera de mi curiosidad.
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Under the Sky.~  [Tanith] Empty Re: Under the Sky.~ [Tanith]

Mensaje por Zaraí Azeeza Vie Dic 11, 2009 7:34 pm

Ella no podía creer que yo estuviera aquí. Yo no podía creer que Tanith estuviera aquí. No era un espejismo, tampoco una ilusión. Un hermoso regalo del destino, porque la amistad para mí era muy importante. La consideraba mi hermana, mi confidente, la única persona con la que podía soltarme sin miedo a ser juzgada. Fue la que me ayudó a salir adelante, a enfrentar a mis padres, a ser yo misma. Le debía mucho, una vida de agradecimientos no era suficiente para ello.

Extrañaba el salir por las noches con ella, por la ciudad, mirando a cualquier chico que se nos cruzara –y que estuviera lindo- con picardía. Extrañaba la disco, el bar, el entrar al colegio de noche y hacer desastres, hasta que pusieron cámaras de seguridad.
Había abandonado la timidez, me había mostrado en público al bailar, y tantas otras cosas que si comenzaba a nombrar, no me alcanzaría toda una semana entera, sin dormir. Ah! Eso, las noches sin dormir…Wow, habíamos pasado mucho juntas.

Me había extrañado, tanto como yo a ella. No podía borrar la sonrisa alegre de mi cara mientras continuaba mirándola con admiración. Fruncí el ceño ante su comentario, notándose una expresión muy graciosa cruzarme el rostro. ¿Yo? ¿Brillando? –Creo que tienes algo de purpurina en los ojos, por eso me ves brillar. O, puede ser el precioso sol de Forks! No vayas a exponerte mucho que terminarás quemada. –Bromeaba, irónicamente, solo por hacer un chiste. No era buena en ellos, y mi amiga lo sabía.

En este pueblo el sol daba su aparición una vez al año, si no es que exageraba un poco. Lleno de humedad, de lluvias, de mucha tranquilidad. No lo había considerado aburrido hasta que volví a encontrarme con Tanith. Ahora no sería lo mismo; nosotras pondríamos a Forks pies para arriba.

Negué rápidamente con la cabeza. –Mi madre está en Seattle. Me fui. Tuve una fuerte discusión con papá, ya que no acepta que yo no quiera seguir las costumbres. Me dijo ramera, y mi madre estuvo de acuerdo con él. –Rodé los ojos dándole muy poca importancia. –Estoy viviendo con la abuela, cerca de Kamîl, pero es un infierno! Hace unas noches me escapé y merodeé por ahí. Todavía no me lo perdona. –dije, riendo por mi historia. La abuela era muy supersticiosa. Suponía que me había ido con un chico –no estaba del todo errada-. Hasta había querido comprarme un Test de Embarazo. Eso era realmente vergonzoso.

Su voz sonaba trágica, lo que logró hacerme sonreír de lado, pero no reír. Sabía lo que era pasar por algo así; una tortura. No iba a preguntar más; lo que seguía lo sacaba por deducción: la habían expulsado de su vida liberal. Suspiré junto con ella. –¿Por qué los padres son así? –Más bien, la pregunta fue al aire, al vacío de los acantilados. –Lo siento Tanith, es una pena escuchar eso…pero debo ser egoísta unos momentos. En parte estoy feliz. Si no te hubieran enviado aquí, no nos habríamos encontrado. –La pura verdad.

La brisa marina golpeaba ligeramente contra nosotras. Ella seguía con la palidez en su rostro, el maquillaje, el cabello peinado con rapidez. Tenía su toque personal en cada detalle. Hasta cuando recién se levantaba se veía bonita; varias veces me había quedado a dormir en su casa, su mansión, cuando me escondía de mis padres.

Presté mucha atención a su relato. Ya no estábamos juntas cuando había ocurrido. Comencé a mover los pies, meciéndolos en el aire, golpeándolos apenas contra la dura tierra cuando regresaban. Asentí a su pregunta; imposible olvidar aquel bar. Tenía tantos recuerdos, que si sus paredes hablaran, todos estaríamos en graves problemas.

Reí con ella al escuchar el nombre del otro chico. Era de suponerse. Si habían terminado su relación, era porque había aparecido algún joven despampanante. Era difícil superar a Eric; medía casi dos metros, rubio, ojos espectaculares. Me daban ganas de sacudirla y hacerla reaccionar, pero si lo había engañado con aquel Damon, era por algo. Ya lo imaginaba, alto, cabello oscuro o claro –daba igual-, ojos claros, buen cuerpo, aspecto de chico malo. Sonreí internamente ante mi imaginación.

Había sacado algo de ella. El amor por lo prohibido y la excitación con el peligro. Comprendía el fin de sus palabras por ello. Me encogí de hombros. –Al menos la has pasado bastante bien. –dije aquellas palabras mirando al frente, como restándole importancia, pero poco a poco se fue formando una sonrisa muy picara, que terminó en una carcajada. –Eric se arrepentirá y volverá en tu búsqueda algún día. Eras su desayuno, almuerzo, cena y postre. –Notándose en mis palabras el rumbo. Aperitivo. Concordaba con su madre en que parecía querer comérsela en cualquier momento, pero desde mi punto de vista, no era malo.

Agaché la vista, hacia el agua. –Encerrada en casa como una prisionera. No me dejaban ver la luz del sol y me obligaban a cumplir mis roles. Me querían casar! –Contuve el aire con ganas de gritar, pero no lo hice. Ellos no me iban a arruinar la vida.
Quedé atónita, con la boca semiabierta, al escucharla. Volví mis verdes ojos a su simétrico rostro. –QUE??! Cómo demonios se atrevió a decirte eso? Que arpía! –Todo encajaba. El porque ella había dicho que Tanith no había llamado más, que se había mudado, que no se que otras tonterías. –Fue una trampa. Todo un plan armado por ella. La… –Quise decir “odio”, pero después de todo era mi madre. Suspiré.

–Ahora eso no importa. Para separarnos tendrán que asesinarme. –Mi cuerpo cambió de posición, imitando a las modelos cuando hacían una pose, de ofendidas. Verme en un espejo habría provocado más risas de las esperadas.

Me fregué el hombro, donde ella había golpeado, a pesar de que no había dolido. La miré, moviendo los labios sin hablar, queriendo decir “auch”. Acto seguido, relajé los hombros, y caí meramente en su trampa. Con aquel movimiento de pestañas y esa expresión angelical, podía ganarme. Me mordí el labio inferior. –Pues… –Estaba por mencionar al guapo e irresistible vampiro que había conocido en los bosques, que casi me quita la vida en un abrir y cerrar de ojos, pero no lo había vuelto a ver así que no podía considerarlo dentro de mi vida.

Dudé, escapando de su mirada para que no se percatara de ello. –Nada. Mi vida está libre de chicos. Godric fue el último. –mencioné, sonriendo apenas, desganada. Él era el amigo de Eric, pero que no se parecía en nada. Eran el agua y el aceite. Godric era más bajo de altura, buen cuerpo, tatuado por doquier, de ojos claros, cabello castaño. Amaba la palidez de su piel, cual hoja blanca. Tenía facciones muy angelicales, vestía siempre de blanco. Muy apachurrable. –Pero también, desapareció de un día para el otro, como si el sol lo hubiese consumido. Eric parecía preocupado. –Me encogí de hombros. Mucho no le había creído porque lo había llamado por teléfono. No pude ver su reacción, pero era lo que tenía.
Volví mis iris hacia ella.
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