| Estancia de Oliver Sykes |

Tras haber tenido aquel primer encuentro con aquella joven rubia, Soria. Había conseguido finalmente entrar en el hotel del pueblo.
En alguna que otra ocasión esperaba con ansias que hubiese alguna habitación libre para poder pasar los días que me quedaría, pero en aquellos momentos no tenía miedo alguno pues aquel pueblo no parecía ningún lugar turístico.
Ésa era una de las pocas cosas que me gustaba de él.

Me dirigí al mostrador, en el cual un hombre de aspecto enfermizo, pelo blanquecino y ojos perdidos se dedicaba a leer un periódico viejo. De unos 20 años de antiguedad.

" Toda una reliquia "pensé para mí mismo antes de colocar una mano encima de la mesa de madera que nos separaba.
- Disculpe, ¿podría darme una habitación? -pregunté. En ese momento el hombre me observó detenidamente y tras analizarme, asintió y se levantó hacia unas pequeñas cajas enumeradas para cojer la llave que me serviría para entrar en el cuarto correspondiente.
Sin decirme nada, estiró la mano hacia mí y me la entregó, acto que yo simplemente agradecí.

Con rapidez, comencé a subir las escaleras hacia el primer piso, y una vez hube llegado allí, empecé a buscar la habitación número "9" que estaba al final del pasillo.
No había sido dificil.
Una vez dentro, coloqué la mochila a un lado de la cama y sin pensármelo ni un segundo más, me dejé caer sobre la cama, resoplando ligeramente y a la vez que cerraba los ojos.

Tenía pensado descubrir de qué tipo de secreto hablaba Soria, pero éso sería despues de tomarme un buen descanso y una buena siesta. Estaba agotado.

No supe muy bien cuantas horas había logrado descansar, pero habían sido pocas.
Me desperté de golpe, agitado por la pequeña pesadilla que había estado teniendo. Lo gracioso de todo es que ahora no me acordaba de nada, solo de una luz muy tenue y de todo el pueblo sumido en una gran oscuridad.
No, no soy medium, pero desde muy pequeño siempre he tenido sueños extraños. Simples malos sueños.

Me incorporé en la cama, llevando una mano hacia el rostro, notando que estaba ligeramente sudado debido a la tensión que había vivido en el sueño.
Resoplé y miré a mi alrededor, dándome cuenta de que aún tenía que colocar las cosas en su sitio.

Me levanté y tras quitarme el gorro que aún seguía, extrañamente, en mi cabeza, agarré la mochila y empezar a sacar todo lo que se encontraba dentro, que no era poco.
- Mmm. Habría de jurar que la mochila pesaba mucho menos -contesté para mí mismo en voz alta, dejando escapar una ligera sonrisa llena de diversión.

A medida que iba colocando las cosas, mi mente se dedicaba a pensar en toda la conversación que había tenido con Soria. Me resultaba extraño que la chica estuviese tan nerviosa hablando de aquel tema, y mucho más que estuviese aterrada ante la idea de quedarme allí.
- Oliver, creo que te estás metiendo en asuntos que no te interfieren -me dije a mi mismo antes de negar con la cabeza y mirar por la ventana, disfrutando de la pequeña armonía del pueblo en aquellas horas.
Era casi de noche, pero ése no era motivo suficiente para evitar que saliese a la calle.

Agarré unas prendas nuevas de ropa y me dirigí a la ducha, a la cual agradecí que el agua estuviese lo suficiente caliente como para disfrutar de ella.
Finalmente salí y tras agarrar de nuevo mi gorro, del cual nunca me separaba, me dirigí hacia la puerta y salí por ella cerrando con la llave correspondiente.

Las afueras y los secretos de Forks me esperaban, y yo estaba deseoso por saberlos.