Distrayéndome en la frontera

Sin pensarlo había llegado corriendo a la frontera. Me detuve a comenzar a sentir el ardor en la nariz y la garganta por el aroma a licántropo. Podía percibir por el aroma cuál era la línea divisoria. Comencé a caminar por ella, jugueteando, como si estuviese sobre una cuerda floja. No sabía qué hacer allí. Si pasaba, terminaría en un claro encuentro con algún licántropo defendiendo su territorio, sería divertido, pero si eran más de dos estaría en problemas. Si me quedaba, claramente moriría de aburrimiento. El encuentro con los licántropos seguía viéndose tentador, pero por algún extraño motivo no se me apetecía. Continúe caminando por la línea mientras pensaba en cuál decisión tomar.

Seguía metida en mis pensamientos cuando sentí otro aroma, diferente al del licántropo. Era el olor de otro vampiro pero...junto con su aroma. Junto con el aroma de Tempo. Volteé rápidamente buscando de donde provenía, mientras intentaba escuchar sus pensamientos. Pero no lo oí, y siempre había escuchado los pensamientos de Tempo. Entonces, no era Tempo. ¿Quién era? Continúe buscando con la vista y siguiendo el aroma, ya que no podía hacerlo con la mente y a la distancia distinguí a una vampiresa acercándose con la vista clavada en el piso, murmurando maldiciones. Di unos pasos hacia ella y aspiré una bocanada de aire. Si, ella tenía el aroma de Tempo. Dios, ¿le habría pasado algo a Tempo? ¿Tempo había sido parte de su alimento? Sin dudarlo comencé a caminar hacia ella, sin quitarle la vista de encima, sin dejar de sorprenderme a medida que sentía más y más el olor de Tempo impregnado en su piel.

Caminé decidida hacia ella, sin vacilar. Habría sonreído cuando observé que su cuerpo se tensó, se quedó en su lugar, y levantó la vista para verme, pero no lo hice. Mi preocupación por Tempo era mayor que cualquier otra cosa. Continúe hasta detenerme a un metro de ella y sin decir palabra volví a aspirar otra bocanada de aire. Sentí el olor a Tempo nuevamente, pero lo sentí en su cuerpo, en sus manos y en sus labios. Apreté la mandíbula y clavé mi vista en ella.
-¿Qué le hiciste a Tempo?- pregunté en un tono de voz neutro. Era lo único que me interesaba saber de ella. ¿Qué había pasado con Tempo?

¿Mucho mejor de como lo dejé? ¿Y ella que sabía? Por algún motivo eso me tranquilizaba en cierta forma. No le había hecho nada. Pero por otro lado, ¿ella qué tenía que ver con Tempo? Sus labios tenían el aroma de Tempo. Dios, lo había besado. ¡Lo había besado!
Di un paso hacia ella mientras un gruñido se escapaba involuntariamente desde el fondo de mi garganta.
-¿Mejor de cómo lo dejé? ¡¿Mejor de cómo lo dejé?!- chillé furiosa. Tomé aire un par de veces, intentando calmarme, no era momento para una pelea. Además, era neófita. Lo notaba en el color de sus ojos. Demasiado rojos, con la sombra gris debajo. Era neófita y estaba hambrienta. -No sabes por qué lo dejé. No creo que tengas derecho de opinar sobre eso- susurré un poco más calmada, pero sin dejar de apretar mis puños.

La miré unos segundos al verla recalcar la palabra "pasado". ¿Qué quería decir con eso? ¿Ya era pasado para Tempo? ¿Ya no le importaba más? No podía pensar en eso, pero...ya lo había hecho. Ya no le interesaba a Tempo. Estaba siguiendo con su vida. Y eso era lo que yo deseaba, por lo que lo había dejado. Si era así, ¿por qué me había dolido tanto saber eso?
-No tengo motivos para discutir esto contigo- fue lo único que dije en un susurro y luego me di vuelta para correrme a un lado del camino. De un salto me senté en la rama baja de un árbol y me quedé allí.

La escuché susurrar eso y la miré desde el árbol. Había notado el tono triste en su voz. Nuevamente miraba el suelo. Ella también lo amaba. Suspiré, cerré los ojos y recosté la cabeza contra el árbol.
-Lo dejé para que se alejara de todo esto, para que no estuviese más en peligro, que volviese a vivir entre los humanos, como antes. Si fueses humana, me iría ahora mismo y dejaría que él se termine de enamorar de ti, pero...como sea que te llames, lo amo, y no pienso dejar que vuelva a estar en peligro- susurré desde el árbol, sin abrir los ojos ni moverme de donde estaba.

Bufé, abrí los ojos y la miré con furia.
-Sé que conmigo tampoco estará en peligro Amélie, pero me aparté por su bien, ¿por qué crees que te dejaría que seas tú la que lo proteja cuándo sé que yo puedo hacerlo también?- le solté en la cara -¿Qué te hace creer que voy a rendirme tan fácil a que esté contigo?- le pregunté.
Dios, lo amaba. Lo amaba. ¿Por qué lo había dejado? Había sido una completa estupidez dejarlo, con o sin mi estaba en peligro, y conmigo lo protejería más que dejarlo solo. Conoció a Amélie, neófita, ella podría haber acabado con su vida en un segundo. ¿Qué impedía que otro vampiro lo atacara? Nada.