En el bar...

Mientras mi hermana conducía preferí disfrutar de la vista que podía contemplar desde mi ventana con el auto en marcha. La ruta estaba rodeada de grandes y verdes árboles. Bajé un poco la ventanilla para que el aire me diera en la cara y ahí fue cuando olí el abrumante aroma a bosque mezclado con el agua salada que provenía del mar. Sentía que mi alma se salía de mí al notar la naturaleza tan cerca... Hacía tanto tiempo que no salía de la ciudad tan ruidosa, con el smog y la ocntaminación.. Port Angeles realmente es un lugar soñado y lo mejor es que no paró de llover en toda la mañana! - pensé mientras cerraba dejaba que el fresco aire revolotee en mi pelo de manera traviesa.

El viaje de Forks hacia Port Angeles no había sido muy largo. En el trayecto cada tanto ojeaba hacia los costados para observar los frondosos árboles del bosque que, a medida que el día iba a oscureciendo, parecían más escalofríantes.
Estacioné el auto en uno de los aparcamientos que se encontraban; al bajarme, el aroma a agua salada del mar me abrumó. Cerré la puerta de mi coche y miré hacia la playa. Adoraba el sonido de las olas del mar chocándose entre sí, y era grandiosa la vista del sol escondiéndose detrás del horizonte. - ¿A que no puede ser mejor? -pregunté a Bell pues con Helena seguía aún un poco enojada, pero ese enfado se desvanecería dentro de unos minutos seguramente.

- Creo que si, mira el bar... - respondí a Summer señalando el hermoso bar que se encontraba en la cuadra de enfrente al momento que íbamos bajando del vehículo. Todo era hermoso, parecía ser un lugar soñado. Cerca de donde nos encontrábamos se escuchaba el cantar de las olas y el viento. Habían muchos árboles de gran tamaño, se respiraba el abrumante aroma a bosque. El cielo estaba tomando un color rosado con nubes tirando a un color plateado o gris brillante. Siempre me había gustado este tipo de lugares, aunque lo extraño de todo esto es que no había tanta gente como me lo esperaba.
Entramos al bar, éste parecía ser una cabaña; tenía sus grandes ventanas sencillas que daban la vista al mar. Era tan acogedora y tan reluciente, acompañada con un rico aroma a café y caramelo. Si me lo permitían, no tendría problemas en quedarme a vivir a aquí. 'Okay, eso sonó muy exagerado'.

Una hermosa y acogedora cabaña nos esperaba en la bajada del auto. estacionamos en el aparcamiento y bell fue le primera en divisar el hermoso lugar, estaba en el comienzo de un mall. El lugar era hermoso, la dulce fragancia a café y chocolate me hipnotizó. Entramos por la puerta de oscura madera y lo primero que divisé fueron las bonitas mesas con unos manteles de encaje negro que le daban un deje de aire casual (?)
Nos robamos un lugar y antes de sentarme en la silla, me fui a observar los colorido y extraños adornos en algunas repisas... Pero lo que captó mi atención fueron los deliciosos pasteles que había cerca mío: había de infinitos sabores chocolate, fresa. manzana y estaban ordenados en fila, una golosa fila que pretendía ser devorada por personas dulce-maníacas (?) como mi hermana, mi prima y yo (?)

Entramos al bar que era como una especie de cabaña, el ambiente era tranquilo y la gente hablaba entre sí aunque el ruido no era molesto. Había una rocola de la cual salía una melodía tranquila y que haría que cualquier persona bajara sus revoluciones en ese lugar. Era cálido y acogedor; era lo que necesitaba. Debía ponerme más tranquila y no estar tan tensa. - Frapuccino -dije a la camarera cuando estuvimos sentadas en una mesa al lado de una ventana que daba a la playa. Miré el cielo, ya prácticamente estaba azul con sus puntitos blancos brillantes, mejor llamadas estrellas. Era tan tranquilizador, tanto el bar como el ruido de las olas golpearse entre sí.

- Yo quiero una chocolatada con una porción de pastel de frutilla, por favor - ordené a la camarera luego de que mi prima pidiera su orden. Helena ya había huido para ver lo que podría escoger. Desde donde estaba podía verla perfectamente. Parecía una nena pequeña corriendo de un lado para otro con mueca pensante y con su dedo rascando su barbilla. Ya parecía excesiva y podría espantar a cualquiera si seguía así, yo solo largué una risita tonta al pensarlo. Summer, que estaba frente mío me miró extraña y luego siguió con su mirada lo que yo observaba con gracia.

- Espantará a las personas - comenté entretenida - Y agárrate que seguro pide de todo para comer, va a dejarte en banca rota - carcajeé.

Volví mi vista hacia Bell, pues estaba medio ensimismada en mis pensamientos. - ¿Has dicho dulces? -pregunté con mis ojos como platos, ¡cómo era posible que no haya visto los dulces! Busqué a Helena con la mirada y efectivamente, estaba eligiendo los pasteles para comer. - Creo que la ayudaré a dejarme en bancarrota -Le dije riendo y fui casi corriendo hacia donde se encontraba Helena. - ¡Mira, allí hay torta de chocolate! -exclamé señalando la vidriera con tortas. A las dos siempre nos había encantado esa torta, y no hablar del chocolate.