Fumando para relajarme (Libre)
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Fumando para relajarme (Libre)
Los días se pueden enumerar, nombrar, e incluso, señalar en un calendario, todo a favor de saber exactamente la fecha en que transitan nuestras vidas. Ese día, era domingo; el ultimo día antes de que la pesadilla comenzara. Podría decirse que era exagerada, y quizá lo era, a decir verdad ¿Quién puede estar segura? Pero, cuando tu vida cambia drásticamente en menos de 24 hrs, hay motivos para la exageración.
Mi vida era normal, divertida y un contenía un toque picante. La mezcla perfecta en la vida de una ya no tan adolescente ¿No es cierto? Bueno, mis padres pensaron que no era así. Ya que, según su estricto punto de vista, yo había llegado hasta el límite de su paciencia y, tenían que hacer algo antes de que me volviera un peligro tanto para la sociedad, como para mí misma.
Así que para solucionar el “problema T”, como cariñosamente me llamaban, decidieron enviarme fuera de su vista, a un recóndito lugar, escondido detrás de un bosque. Aquí viene la parte terrorífica de la historia. Y es que, sin previo aviso, hicieron mis maletas y me ingresaron en un avión dejándome el amargo sabor de una despedida inconclusa en los labios y la mitad de mis tarjetas de crédito, anuladas.
Genial. Simplemente, genial.
Eso me lleva a una pequeña casa –adiós mansión –en el poblado de Forks. Nombre estúpido, probablemente lleno de gente aburrida, pero; hey, no voy a quejarme. La vida es como es y solo queda respirar profundamente y vivirla.
Además, la alternativa de utilizar a alguno de mis amigos para que pagara un boleto de regreso a New York en el momento en que el aburrimiento me sobrepasase, siempre estaba activa.
Las casas, son casas y eso en definitiva, no las hace interesantes, por lo cual, me dirigí al pueblo, vagar sería necesario si quería seguir con vida y no morir en el intento.
Mire un par de escaparates, para pasar el tiempo y después de un rato, me di cuenta de que jamás encontraría una tienda decente, no como las de New York. Por lo cual, saque un cigarrillo del paquete nuevo que había comprado hacia apenas unos minutos y lo encendí en dos movimientos.
El humo ligeramente mentolado me inundo la boca en cuestión de segundos y de pronto, todo cobro luminosidad. Todo volvía a ser bueno de nuevo, el mundo podía seguir girando porque, ya estaba más relajada.
Mi vida era normal, divertida y un contenía un toque picante. La mezcla perfecta en la vida de una ya no tan adolescente ¿No es cierto? Bueno, mis padres pensaron que no era así. Ya que, según su estricto punto de vista, yo había llegado hasta el límite de su paciencia y, tenían que hacer algo antes de que me volviera un peligro tanto para la sociedad, como para mí misma.
Así que para solucionar el “problema T”, como cariñosamente me llamaban, decidieron enviarme fuera de su vista, a un recóndito lugar, escondido detrás de un bosque. Aquí viene la parte terrorífica de la historia. Y es que, sin previo aviso, hicieron mis maletas y me ingresaron en un avión dejándome el amargo sabor de una despedida inconclusa en los labios y la mitad de mis tarjetas de crédito, anuladas.
Genial. Simplemente, genial.
Eso me lleva a una pequeña casa –adiós mansión –en el poblado de Forks. Nombre estúpido, probablemente lleno de gente aburrida, pero; hey, no voy a quejarme. La vida es como es y solo queda respirar profundamente y vivirla.
Además, la alternativa de utilizar a alguno de mis amigos para que pagara un boleto de regreso a New York en el momento en que el aburrimiento me sobrepasase, siempre estaba activa.
Las casas, son casas y eso en definitiva, no las hace interesantes, por lo cual, me dirigí al pueblo, vagar sería necesario si quería seguir con vida y no morir en el intento.
Mire un par de escaparates, para pasar el tiempo y después de un rato, me di cuenta de que jamás encontraría una tienda decente, no como las de New York. Por lo cual, saque un cigarrillo del paquete nuevo que había comprado hacia apenas unos minutos y lo encendí en dos movimientos.
El humo ligeramente mentolado me inundo la boca en cuestión de segundos y de pronto, todo cobro luminosidad. Todo volvía a ser bueno de nuevo, el mundo podía seguir girando porque, ya estaba más relajada.
Tanith Kendall- Cantidad de envíos : 87
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Tras el encuentro que había tenido con aquella joven pelirroja que, gratamente, me había sorprendido, me había alejado durante dos, tres días quizás, del pequeño pueblo para disfrutar de las presas humanas que en el bosque se podían encontrar: Los cazadores.
Debido al aburrimiento y a mi saciamiento, había vuelto al pueblo para seguir con mi ronda de rastreo. Reconocía que aquellos hombres de los cuales me había alimentado no me habían complacido con su sabor, y mucho menos, con su aroma.
En aquellos momentos, mis pasos me llevaban por los pequeños callejones entre las casas para finalmente llegar a unas calles mucho más amplias. Fue entonces cuando un olor a tabaco mezclado con uno de mujer me embriagó las fosas nasales.
Miré a mi alrededor y finalmente pude ver a una joven fumando. Una ligera sonrisa se apoderó de mi cara pues, ante el aburrimiento, cualquier distracción me valía. Sobretodo si era mujer. La pena era que no fuese la misma pelirroja, Zaraí, que me había encontrado en los bosques.
- ¿Destrozando tus pulmones?, es una buena manera de morir lentamente -comenté a la vez que sacaba de mi bolsillo un cigarro tambien y se lo mostraba- ¿Tienes fuego? -pregunté a la vez que en mi rostro una divertida sonrisa se formaba.
Debido al aburrimiento y a mi saciamiento, había vuelto al pueblo para seguir con mi ronda de rastreo. Reconocía que aquellos hombres de los cuales me había alimentado no me habían complacido con su sabor, y mucho menos, con su aroma.
En aquellos momentos, mis pasos me llevaban por los pequeños callejones entre las casas para finalmente llegar a unas calles mucho más amplias. Fue entonces cuando un olor a tabaco mezclado con uno de mujer me embriagó las fosas nasales.
Miré a mi alrededor y finalmente pude ver a una joven fumando. Una ligera sonrisa se apoderó de mi cara pues, ante el aburrimiento, cualquier distracción me valía. Sobretodo si era mujer. La pena era que no fuese la misma pelirroja, Zaraí, que me había encontrado en los bosques.
- ¿Destrozando tus pulmones?, es una buena manera de morir lentamente -comenté a la vez que sacaba de mi bolsillo un cigarro tambien y se lo mostraba- ¿Tienes fuego? -pregunté a la vez que en mi rostro una divertida sonrisa se formaba.
Alexander McBeen- Not a love song
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Aspire un par de veces más el humo, solo por vagancia, después de todo, la mayor parte del aroma mentolado residía ya dentro de mi o se esfumaba en el ambiente. El problema de fumar en los lugares abiertos era que todo desaparecía más rápido y la sensación relajante se diluía antes de que siquiera pudieras disfrutarla.
El lugar en su mayor parte era transitado por un par de personas que de vez en cuando cuchicheaban sobre temas sin importancia. Una vez, escuche algo sobre lobos. Curioso era la segunda vez que escuchaba hablar de esos animales; quizá, si tenía un poco de suerte me encontraría alguno.
Mi sed de aventuras era extraña para alguien de mi edad, supuse que por vivir tanto tiempo dirigida con mis propias reglas. La verdad es que en cierta forma, reconocerme a mi misma como mi propio líder desde que tenía memoria, me había forjado un carácter inusual. Caprichosa era, desde luego y lo aceptaba con una sonrisa enmarcada en mi rostro, pero también era única a mi manera.
Las divagaciones se incrementaban a medida que los segundos pasaban y una voz me saco de ellas atrayendo mi atención de regreso a la realidad. Era un hombre, de rasgos interesantes con el que al parecer compartía la adicción a la nicotina.
-La vida no es vida, si no disfrutas de los placeres prohibidos –dije moviendo el cigarrillo para enfatizar. ¿De qué servía tener una vida larga pero privada de todo lo que deseas? –Claro –murmure mientras mis dedos rebuscaban en el bolsillo de mi chaqueta. Un par de segundos después, tome el encendedor verde esmeralda y en dos movimientos la flama brillante danzaba esperando por algo para quemar. Lo acerque a él y note que sonreía.
-Este lugar es tan…. –suspire antes de continuar –aburrido –dije un par de tonos más agudo de lo esperado.
El lugar en su mayor parte era transitado por un par de personas que de vez en cuando cuchicheaban sobre temas sin importancia. Una vez, escuche algo sobre lobos. Curioso era la segunda vez que escuchaba hablar de esos animales; quizá, si tenía un poco de suerte me encontraría alguno.
Mi sed de aventuras era extraña para alguien de mi edad, supuse que por vivir tanto tiempo dirigida con mis propias reglas. La verdad es que en cierta forma, reconocerme a mi misma como mi propio líder desde que tenía memoria, me había forjado un carácter inusual. Caprichosa era, desde luego y lo aceptaba con una sonrisa enmarcada en mi rostro, pero también era única a mi manera.
Las divagaciones se incrementaban a medida que los segundos pasaban y una voz me saco de ellas atrayendo mi atención de regreso a la realidad. Era un hombre, de rasgos interesantes con el que al parecer compartía la adicción a la nicotina.
-La vida no es vida, si no disfrutas de los placeres prohibidos –dije moviendo el cigarrillo para enfatizar. ¿De qué servía tener una vida larga pero privada de todo lo que deseas? –Claro –murmure mientras mis dedos rebuscaban en el bolsillo de mi chaqueta. Un par de segundos después, tome el encendedor verde esmeralda y en dos movimientos la flama brillante danzaba esperando por algo para quemar. Lo acerque a él y note que sonreía.
-Este lugar es tan…. –suspire antes de continuar –aburrido –dije un par de tonos más agudo de lo esperado.
Tanith Kendall- Cantidad de envíos : 87
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Tras verla rebuscar por entre su chaqueta, pude observar como la joven sacaba un mechero finalmente.
Sin dudarlo demasiado, acerqué el cigarro que pocos segundos antes había preparado, y lo acerqué a las llamas que el pequeño objeto soltaba de su boquilla.
Tras notar como el cigarro se encendía, lo aparté de mi boca soltando, así, la primera calada. Fue en ese momento cuando aproveché para reirme de las últimas palabras que la chica había soltado al aire.
- ¿Aburrido? -pregunté antes de mirar a mi alrededor de reojo. Al parecer, a diferencia de aquella humana, aquel sitio me parecía bastante entretenido. Era pequeño, y podía observar a sus habitantes con total calma. Aquello, para un vampiro, era un paraíso. O al menos eso es lo que yo pensaba.
- Para nada lo encuentro aburrido. Sobretodo por las leyendas e historias que se cuentan -comenté antes de colocar de nuevo el cigarro en la boca.
Aunque admitiese que aquel lugar, escondido entre árboles, me gustaba. Tambien tenía que reconocer que echaba de menos los lujos de las ciudades. Y es que en las zonas urbanas de las grandes metrópolis era mucho más sencillo ganarse la comida. Las mujeres de pueblos siempre habían sido más difíciles de conquistar.
- Debo suponer... que eres nueva, ¿o me equivoco? -pregunté tras haber esperado varios segundos.
En aquellos momentos, mis ojos se mantenían clavados en los de ella, logrando percibir que aquella joven era una chica "busca-problemas". Aquello me causó cierta gracia, pues yo siempre había sido así incluso cuando era humano.
Sin dudarlo demasiado, acerqué el cigarro que pocos segundos antes había preparado, y lo acerqué a las llamas que el pequeño objeto soltaba de su boquilla.
Tras notar como el cigarro se encendía, lo aparté de mi boca soltando, así, la primera calada. Fue en ese momento cuando aproveché para reirme de las últimas palabras que la chica había soltado al aire.
- ¿Aburrido? -pregunté antes de mirar a mi alrededor de reojo. Al parecer, a diferencia de aquella humana, aquel sitio me parecía bastante entretenido. Era pequeño, y podía observar a sus habitantes con total calma. Aquello, para un vampiro, era un paraíso. O al menos eso es lo que yo pensaba.
- Para nada lo encuentro aburrido. Sobretodo por las leyendas e historias que se cuentan -comenté antes de colocar de nuevo el cigarro en la boca.
Aunque admitiese que aquel lugar, escondido entre árboles, me gustaba. Tambien tenía que reconocer que echaba de menos los lujos de las ciudades. Y es que en las zonas urbanas de las grandes metrópolis era mucho más sencillo ganarse la comida. Las mujeres de pueblos siempre habían sido más difíciles de conquistar.
- Debo suponer... que eres nueva, ¿o me equivoco? -pregunté tras haber esperado varios segundos.
En aquellos momentos, mis ojos se mantenían clavados en los de ella, logrando percibir que aquella joven era una chica "busca-problemas". Aquello me causó cierta gracia, pues yo siempre había sido así incluso cuando era humano.
Alexander McBeen- Not a love song
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Asentí una sola vez como aceptación. Ese lugar era todo a lo que yo no estaba acostumbrada. Yo venía del ruido, de la fiesta eterna y Forks, era callado como un maldito cementerio, incluso, podía decirse que los muertos tenían más diversión desde la comodidad de sus tumbas. Así que si. Era aburrido. Aunque confiaba en mi facilidad para encontrar problemas, seguro algo surgiría para ponerle un toque de color a mi vida ahí.
-¿Hay leyendas? –había ido a parar a un pueblo pintoresco al parecer. Quizá ahí estaba el punto divertido, por lo cual mostré interés en saber de que hablaba. Solo esperaba que las leyendas no fueran por completo sin sentido.
-Culpable –admití –Tanto que aun extraño el humo de la ciudad –moví el cigarrillo y aspire el aroma un par de veces. El fuego casi lo había consumido por completo y yo lo había dejado en el olvido, así que le di una calada rápida, atesorando sus últimos segundos de vida útil.
-Tú, no –no era una pregunta. Y es que él se veía cómodo con el entorno, como si conociera el lugar a fondo. No como yo, que me sentía perdida por momentos. –O al menos, no parece que lo seas –me encogí de hombros y tire el cigarrillo al piso para después pisarlo fuertemente con mi zapato.
-Es bueno ver que hay gente joven por aquí –sonreí de medio lado y lo mire –empezaba a pensar que solo había adultos insensibles –y es que solo me había encontrado con personas mayores de 40 años. Era un alivio ver a alguien más acorde con mi edad.
-¿Hay leyendas? –había ido a parar a un pueblo pintoresco al parecer. Quizá ahí estaba el punto divertido, por lo cual mostré interés en saber de que hablaba. Solo esperaba que las leyendas no fueran por completo sin sentido.
-Culpable –admití –Tanto que aun extraño el humo de la ciudad –moví el cigarrillo y aspire el aroma un par de veces. El fuego casi lo había consumido por completo y yo lo había dejado en el olvido, así que le di una calada rápida, atesorando sus últimos segundos de vida útil.
-Tú, no –no era una pregunta. Y es que él se veía cómodo con el entorno, como si conociera el lugar a fondo. No como yo, que me sentía perdida por momentos. –O al menos, no parece que lo seas –me encogí de hombros y tire el cigarrillo al piso para después pisarlo fuertemente con mi zapato.
-Es bueno ver que hay gente joven por aquí –sonreí de medio lado y lo mire –empezaba a pensar que solo había adultos insensibles –y es que solo me había encontrado con personas mayores de 40 años. Era un alivio ver a alguien más acorde con mi edad.
Tanith Kendall- Cantidad de envíos : 87
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Levanté una ceja ante su último comentario. La verdad era que, a excepción de la jovencita que había conocido en el bosque, todo lo que había encontrado eran hombres de mediana edad y ancianos. Bueno, ¿qué se podía esperar de un pueblo?
Me reí por lo bajo antes de negar con la cabeza y dar unos ligeros pasos hasta una piedra de mediano tamaño en el suelo, con la que, con cierto vacile, comencé a jugar disimuladamente.
La verdad era que, así relajaba mis pequeñas ansias de tomar la sangre de cualquiera que se me cruzase. Me alegraba de estar lo bastante lleno, por el momento.
- ¿Qué esperabas de un pueblo, querida? -pregunté antes de mirarle fijamente mientras tiraba el cigarro al suelo, esperando a que se consumiese por sí solo.
- Igualmente... creo que el tipo de los ultramarinos tiene una edad cercana a los veinte. Está algo gordito demás y su pelo parece como si le hubiesen echado cera... pero igualmente es.. buen tipo -añadí antes de medio sonreir orgulloso por mi propio comentario.
Sí, lo admitía. Era una de esas personas cretinas que se reía de sus propios malos chistes. En fin, ya no podía cambiar. Tampoco quería.
Volví a centrar mi mirada en la piedra, la cual, tras un rato, dejé de lado para lanzarla lejos de mí.
- Y bueno, creo que tenías interés en esas leyendas -comenté antes de quitarme la chaqueta que, aunque hiciese frío en aquellos momentos, yo estaba completamente fresco.
- Dime, ¿te gustan las peliculas de terror?. Porque ésto que te voy a contar es lo más parecido a una de ellas -me burlé a la vez que le guiñaba un ojo.
¿Por qué empezaria?. ¿Diciéndole que todos los rumores sobre vampiros eran ciertos?, ¿qué no solo éramos seres nacidos de una imaginación? O... quizás le pudiese contar la historia de los hombres-lobo, que, aunque no fuese de mis favoritas debido al asco que sentía hacia ellos, me resultaba interesante.
Me reí por lo bajo antes de negar con la cabeza y dar unos ligeros pasos hasta una piedra de mediano tamaño en el suelo, con la que, con cierto vacile, comencé a jugar disimuladamente.
La verdad era que, así relajaba mis pequeñas ansias de tomar la sangre de cualquiera que se me cruzase. Me alegraba de estar lo bastante lleno, por el momento.
- ¿Qué esperabas de un pueblo, querida? -pregunté antes de mirarle fijamente mientras tiraba el cigarro al suelo, esperando a que se consumiese por sí solo.
- Igualmente... creo que el tipo de los ultramarinos tiene una edad cercana a los veinte. Está algo gordito demás y su pelo parece como si le hubiesen echado cera... pero igualmente es.. buen tipo -añadí antes de medio sonreir orgulloso por mi propio comentario.
Sí, lo admitía. Era una de esas personas cretinas que se reía de sus propios malos chistes. En fin, ya no podía cambiar. Tampoco quería.
Volví a centrar mi mirada en la piedra, la cual, tras un rato, dejé de lado para lanzarla lejos de mí.
- Y bueno, creo que tenías interés en esas leyendas -comenté antes de quitarme la chaqueta que, aunque hiciese frío en aquellos momentos, yo estaba completamente fresco.
- Dime, ¿te gustan las peliculas de terror?. Porque ésto que te voy a contar es lo más parecido a una de ellas -me burlé a la vez que le guiñaba un ojo.
¿Por qué empezaria?. ¿Diciéndole que todos los rumores sobre vampiros eran ciertos?, ¿qué no solo éramos seres nacidos de una imaginación? O... quizás le pudiese contar la historia de los hombres-lobo, que, aunque no fuese de mis favoritas debido al asco que sentía hacia ellos, me resultaba interesante.
Alexander McBeen- Not a love song
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Yo había entendido su pregunta como retorica, por lo cual, no respondí inmediatamente. Tenía razón, era un pueblo pequeño y comúnmente todo lo que se podía esperar de un lugar así, era simple y sencillo aburrimiento, cortesía de los lugareños, que en su mayor parte eran ancianos o estaban demasiado cerca de convertirse en ellos.
-Cierto –admití como toda respuesta. En cierta forma lo había pensado antes, pero no por el suficiente tiempo para que la idea me resultase por completo aceptable.
Reí en voz alta por su comentario. Parecía que el tomaba muy en cuenta los detalles de cada persona y los memorizaba, solo para su propio entretenimiento. Divertido, pero poco funcional si tenía una memoria como la mía –cosa que parecía, imposible –a mí me costaba siquiera recordar los nombres de las personas y no prestaba mucha atención a los detalles, a menos que la persona en cuestión me interesara.
-No es mi tipo de compañía predilecta –respondí aun entre risas. Y era la verdad. Yo estaba más que acostumbrada a rodearme de personas jóvenes con los mismos intereses de diversión y rebeldía que yo. Personas que pudieran saltar de un acantilado solo porque el clima lo amerita –como había escuchado que se hacía por el lugar –o simplemente tener una fiesta de 72 horas, solo porque tienen el humor correcto.
Asentí una sola vez y tome asiento en el bordillo de la calle. Había estado mucho tiempo de pie y parecía que la historia tomaría un rumbo interesante, por lo cual, era mejor que mantuviera mi cuerpo en estado de relajación. Prestaría más atención si lo escuchaba sin pensar en que mis pies me matarían por el cansancio. Si bien, podía pasar mucho tiempo bailando, la cosa cambiaba cuando se refería a simplemente quedarme quieta, en una misma posición.
-Las películas de terror son mis favoritas –lo mire inclinando la cabeza ligeramente a la derecha para tener un mejor ángulo de visión y me pregunte, que podría tener una simple leyenda de pueblo que pudiera fascinar tanto como para pensar que se asimilaba a una película. Me encogí de hombros mentalmente y espere.
-¿Necesitare palomitas de maíz? –pregunte sonriendo ligeramente mientras mis dedos jugueteaban con el encendedor.
-Cierto –admití como toda respuesta. En cierta forma lo había pensado antes, pero no por el suficiente tiempo para que la idea me resultase por completo aceptable.
Reí en voz alta por su comentario. Parecía que el tomaba muy en cuenta los detalles de cada persona y los memorizaba, solo para su propio entretenimiento. Divertido, pero poco funcional si tenía una memoria como la mía –cosa que parecía, imposible –a mí me costaba siquiera recordar los nombres de las personas y no prestaba mucha atención a los detalles, a menos que la persona en cuestión me interesara.
-No es mi tipo de compañía predilecta –respondí aun entre risas. Y era la verdad. Yo estaba más que acostumbrada a rodearme de personas jóvenes con los mismos intereses de diversión y rebeldía que yo. Personas que pudieran saltar de un acantilado solo porque el clima lo amerita –como había escuchado que se hacía por el lugar –o simplemente tener una fiesta de 72 horas, solo porque tienen el humor correcto.
Asentí una sola vez y tome asiento en el bordillo de la calle. Había estado mucho tiempo de pie y parecía que la historia tomaría un rumbo interesante, por lo cual, era mejor que mantuviera mi cuerpo en estado de relajación. Prestaría más atención si lo escuchaba sin pensar en que mis pies me matarían por el cansancio. Si bien, podía pasar mucho tiempo bailando, la cosa cambiaba cuando se refería a simplemente quedarme quieta, en una misma posición.
-Las películas de terror son mis favoritas –lo mire inclinando la cabeza ligeramente a la derecha para tener un mejor ángulo de visión y me pregunte, que podría tener una simple leyenda de pueblo que pudiera fascinar tanto como para pensar que se asimilaba a una película. Me encogí de hombros mentalmente y espere.
-¿Necesitare palomitas de maíz? –pregunte sonriendo ligeramente mientras mis dedos jugueteaban con el encendedor.
Tanith Kendall- Cantidad de envíos : 87
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Le devolví la mirada de nuevo ante sus últimas palabras, dejando escapar una ligera sonrisa llena de cierta diversión. Aquella joven mostraba una actitud asemejada a la mía. O eso parecía.
Negué con la cabeza y comencé a mirar a mis alrededores, buscando "algo" en lo que mirar mientras contaba el pequeño secreto que tan bien conocía.
El pueblo se encontraba totalmente en silencio, parecía como si él tambien desease escuchar las leyendas de su propia historia. El aire se levantaba bravío, recorriendo las calles como si le perteneciesen. El tiempo, al igual que el fatigado aire, se podía observar algo agitado, siendo decorado con un cielo oscuro,tenebroso. Justo como a mí me gustaba. Por último, la espesa niebla que a todos lados me acompañaba, se encontraba dispersa por mucho de los alrededores.
- Si te pusieses a comer palomitas... se te caerían de la boca, preciosa -contesté divertido a la vez que me giraba y le miraba fijamente.
Me acerqué un poco a ella, y sin pensármelo, me incliné quedando de cuclillas delante de la joven. Siempre sin dejar de sonreir.
- Hace tiempo... se dice que en Forks, cerca de sus bosques, se instalaron una pareja con costumbres diferentes a las de los demás habitantes. Se cuenta que esa pareja poseía los rasgos más hermosos de todo el pueblo y era por ello que la desconfianza de los habitantes era inmensa. Aunque no iban mal desencaminados, pues esa pareja guardaba un secreto... -comencé a decir, dejando escapar una suave sonrisa socarrona.
Desvié, por unos segundos, mi mirada hacia toda ella. Recorriendola desde sus zapatos hasta de nuevo sus ojos.
- Dime, querida, ¿crees en los vampiros? -pregunté con cierta seriedad esta vez.
Era cierto que aquellos temas me los tomaba realmente en serio pues... era la historia de mi raza.
Negué con la cabeza y comencé a mirar a mis alrededores, buscando "algo" en lo que mirar mientras contaba el pequeño secreto que tan bien conocía.
El pueblo se encontraba totalmente en silencio, parecía como si él tambien desease escuchar las leyendas de su propia historia. El aire se levantaba bravío, recorriendo las calles como si le perteneciesen. El tiempo, al igual que el fatigado aire, se podía observar algo agitado, siendo decorado con un cielo oscuro,tenebroso. Justo como a mí me gustaba. Por último, la espesa niebla que a todos lados me acompañaba, se encontraba dispersa por mucho de los alrededores.
- Si te pusieses a comer palomitas... se te caerían de la boca, preciosa -contesté divertido a la vez que me giraba y le miraba fijamente.
Me acerqué un poco a ella, y sin pensármelo, me incliné quedando de cuclillas delante de la joven. Siempre sin dejar de sonreir.
- Hace tiempo... se dice que en Forks, cerca de sus bosques, se instalaron una pareja con costumbres diferentes a las de los demás habitantes. Se cuenta que esa pareja poseía los rasgos más hermosos de todo el pueblo y era por ello que la desconfianza de los habitantes era inmensa. Aunque no iban mal desencaminados, pues esa pareja guardaba un secreto... -comencé a decir, dejando escapar una suave sonrisa socarrona.
Desvié, por unos segundos, mi mirada hacia toda ella. Recorriendola desde sus zapatos hasta de nuevo sus ojos.
- Dime, querida, ¿crees en los vampiros? -pregunté con cierta seriedad esta vez.
Era cierto que aquellos temas me los tomaba realmente en serio pues... era la historia de mi raza.
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
No entendía que sucedía con Forks. Ese lugar simplemente lograba ponerme los nervios de punta y es que un segundo había probabilidad de lluvia y al siguiente, como en ese momento, había niebla moviéndose sigilosamente por el lugar.
Casi sin poderlo evitar, un escalofrió leve me estremeció.
El chico se movía. Mucho, parecía como si buscara siempre algo en que ocuparse, el detalle se había quedado grabado quizá porque compartíamos un vicio, quizá simplemente porque el clima tan extraño. Había leído alguna vez, que es más fácil memorizar cosas cuando están sumergidas en una atmosfera rara. Al menos eso explicaría algunas cosas.
Rodé los ojos divertida, divagando en las posibles opciones de leyenda que me contaría. Ninguna hasta el momento había logrado captar mi atención, pero claro, no se trataba de leyendas locales y desconocidas, sino más bien, de esas que todo el mundo conoce y que se supone tienen el poder de erizar los vellos de la piel de los más valientes. Del estilo de Sleepy Hollow. Esa me parecía graciosa en ciertos puntos.
Se acerco, con una sonrisa en los labios y se acuclillo justo frente a mí. Segundo detalle, le gustaba sonreír, o al menos el efecto que su sonrisa causaba. Esta contenía toques hipnóticos y destellantes.
Automáticamente pensé que hablaba de ángeles. Y estuve a punto de decirle que yo no creía en esas cosas. Y es que ¿Qué creatura podía ser más hermosa que un ser divino? Pero calle, esperando por el final de la historia. Sería interesante aprenderla, para si algún día, volvía a casa poder contarles algo de la cultura de ese lugar.
¿Vampiros? Analice un segundo ¿Qué sabia yo acerca de los vampiros? Bien, que era seres capaces de convertirse en murciélagos, que dormían en unos incómodos y anticuados ataúdes, que tenían un par de colmillos no muy agradables y especialmente, que adoraban beber sangre de los cuellos de adolescentes tontas que vagan por lugares inhóspitos.
-No exactamente –murmure con un poco de tacto, parecía que él se tomaba el tema muy en serio -¿Esta es una historia de vampiros? –pregunte removiendo un mechón de mi cabello que caía rebeldemente sobre mis ojos.
Mire a mí alrededor intentando reprimir una sonrisa. Si, el pueblo tenía posibilidades para rodar una película de vampiros. Al menos el sol cooperaria con la producción y no saldría jamás. Después, mis pensamientos regresaron a la línea que él había trazado. Vampiros. No, esas cosas no existían.
Presione el encendedor con los dedos e intente recordar cómo era que morían esos seres y rápidamente añadí.
-Suerte que siempre llevo una estaca conmigo –era broma. En definitiva, nunca había visto siquiera una estaca real.
Casi sin poderlo evitar, un escalofrió leve me estremeció.
El chico se movía. Mucho, parecía como si buscara siempre algo en que ocuparse, el detalle se había quedado grabado quizá porque compartíamos un vicio, quizá simplemente porque el clima tan extraño. Había leído alguna vez, que es más fácil memorizar cosas cuando están sumergidas en una atmosfera rara. Al menos eso explicaría algunas cosas.
Rodé los ojos divertida, divagando en las posibles opciones de leyenda que me contaría. Ninguna hasta el momento había logrado captar mi atención, pero claro, no se trataba de leyendas locales y desconocidas, sino más bien, de esas que todo el mundo conoce y que se supone tienen el poder de erizar los vellos de la piel de los más valientes. Del estilo de Sleepy Hollow. Esa me parecía graciosa en ciertos puntos.
Se acerco, con una sonrisa en los labios y se acuclillo justo frente a mí. Segundo detalle, le gustaba sonreír, o al menos el efecto que su sonrisa causaba. Esta contenía toques hipnóticos y destellantes.
Automáticamente pensé que hablaba de ángeles. Y estuve a punto de decirle que yo no creía en esas cosas. Y es que ¿Qué creatura podía ser más hermosa que un ser divino? Pero calle, esperando por el final de la historia. Sería interesante aprenderla, para si algún día, volvía a casa poder contarles algo de la cultura de ese lugar.
¿Vampiros? Analice un segundo ¿Qué sabia yo acerca de los vampiros? Bien, que era seres capaces de convertirse en murciélagos, que dormían en unos incómodos y anticuados ataúdes, que tenían un par de colmillos no muy agradables y especialmente, que adoraban beber sangre de los cuellos de adolescentes tontas que vagan por lugares inhóspitos.
-No exactamente –murmure con un poco de tacto, parecía que él se tomaba el tema muy en serio -¿Esta es una historia de vampiros? –pregunte removiendo un mechón de mi cabello que caía rebeldemente sobre mis ojos.
Mire a mí alrededor intentando reprimir una sonrisa. Si, el pueblo tenía posibilidades para rodar una película de vampiros. Al menos el sol cooperaria con la producción y no saldría jamás. Después, mis pensamientos regresaron a la línea que él había trazado. Vampiros. No, esas cosas no existían.
Presione el encendedor con los dedos e intente recordar cómo era que morían esos seres y rápidamente añadí.
-Suerte que siempre llevo una estaca conmigo –era broma. En definitiva, nunca había visto siquiera una estaca real.
Tanith Kendall- Cantidad de envíos : 87
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Las expresiones de la chica a medida que le había contado todo aquello, se veían como un mosaico de distintos colores. Y es que, en cierto modo, la entendía. En mis tiempos tampoco estaba bien visto creerse aquellos tipos de leyenda, o, por lo menos, yo no los creía... hasta que me sucedió ésto.
Negué con la cabeza ante sus últimas palabras, cerrando los ojos unos segundos a medida que en mi rostro, una enorme diversión se acumulaba en mis labios, los cuales se curvaban para demostrar que aquello me causaba gracia.
- Asique siempre guardas una estaca contigo. Una mujer peligrosa por lo que veo -añadí a la vez que me imaginaba como sería el sentirse atravesado por aquel arma. No surgiría efecto, lo sabía. Pero el mismo pensamiento me resultaba doloroso.
- Éstos vampiros no se destruyen con esas herramientas, querida -aclaré mientras vovía a abrir los ojos y posarlos en los de ella. Intentaba encandilarla, pero por lo que parecía, aquella joven se resistía.
Ultimamente estaba conociendo a muchas humanas que lograban esquivar mis encantos. Y eso me enfurecía un poco aunque no quisieses admitirlo.
- A decir verdad... tengo oído que no duermen. Por lo que los ataúdes descartados. Tambien sé que no, no se convierten en murciélagos si es lo que estabas pensando -añadí divertido de nuevo, negando con la cabeza.
- En Forks, los vampiros se sienten cómodos por su clima y su posición geográfica. ¿Sabes?, yo me pensaría el hacer una excursión al bosque. Suelen aparecer por allí muy a menudo, cazando -le comenté antes de levantarme del suelo y guardar mis manos en mis propios bolsillos del pantalón, el cual, se encontraba totalmente roto debido a las constantes persecuciones que podía hacer a lo largo de las semanas.
- Mmmm creo que dejaré de hablar. No quiero que me tomes por un loco -me burlé sin dejar de mirarle, esta vez, desde las alturas- Por cierto, ¿Te has echado algún perfume?, hueles muy bien si quitamos la "fragancia" del tabaco -concluí mientras que por debajo de mi boca, mi lengua jugaba con mis colmillos- Tengo buen olfato, no me culpes -
Bien era cierto que el aroma que desprendía aquella joven era realmente apetitoso. No era tan suave como el que tenía la otra joven pelirroja, Zaraí. No. Aquel era mucho más salvaje, y aunque no tuviese la suavidad que tenía el de la otra joven, me gustaba de igual modo.
Negué con la cabeza ante sus últimas palabras, cerrando los ojos unos segundos a medida que en mi rostro, una enorme diversión se acumulaba en mis labios, los cuales se curvaban para demostrar que aquello me causaba gracia.
- Asique siempre guardas una estaca contigo. Una mujer peligrosa por lo que veo -añadí a la vez que me imaginaba como sería el sentirse atravesado por aquel arma. No surgiría efecto, lo sabía. Pero el mismo pensamiento me resultaba doloroso.
- Éstos vampiros no se destruyen con esas herramientas, querida -aclaré mientras vovía a abrir los ojos y posarlos en los de ella. Intentaba encandilarla, pero por lo que parecía, aquella joven se resistía.
Ultimamente estaba conociendo a muchas humanas que lograban esquivar mis encantos. Y eso me enfurecía un poco aunque no quisieses admitirlo.
- A decir verdad... tengo oído que no duermen. Por lo que los ataúdes descartados. Tambien sé que no, no se convierten en murciélagos si es lo que estabas pensando -añadí divertido de nuevo, negando con la cabeza.
- En Forks, los vampiros se sienten cómodos por su clima y su posición geográfica. ¿Sabes?, yo me pensaría el hacer una excursión al bosque. Suelen aparecer por allí muy a menudo, cazando -le comenté antes de levantarme del suelo y guardar mis manos en mis propios bolsillos del pantalón, el cual, se encontraba totalmente roto debido a las constantes persecuciones que podía hacer a lo largo de las semanas.
- Mmmm creo que dejaré de hablar. No quiero que me tomes por un loco -me burlé sin dejar de mirarle, esta vez, desde las alturas- Por cierto, ¿Te has echado algún perfume?, hueles muy bien si quitamos la "fragancia" del tabaco -concluí mientras que por debajo de mi boca, mi lengua jugaba con mis colmillos- Tengo buen olfato, no me culpes -
Bien era cierto que el aroma que desprendía aquella joven era realmente apetitoso. No era tan suave como el que tenía la otra joven pelirroja, Zaraí. No. Aquel era mucho más salvaje, y aunque no tuviese la suavidad que tenía el de la otra joven, me gustaba de igual modo.
Alexander McBeen- Not a love song
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Me encogí de hombros e intente imitar una de las sonrisas burlonas que eran tan características de uno de mis ex –novios. Claro, en él se veía impresionante, en mí… seguramente no tanto. Y es que a pesar de ser agraciada en cuanto a rasgos físicos, no resultaba ser realmente buena en gestos anti-naturales. Es decir, de esos estudiados que no venían a mi tan fácil como respirar.
-El mundo se ha vuelto peligroso con el tiempo –dije sonando como si tuviera más edad de la que aparentaba. A pesar de ser joven, amaba las cosas filosóficas y eso de vez en cuando me daba un toque de madurez que sorprendía a mis conocidos. Y es que ¿Cómo no sorprenderse? Vamos, la chica rebelde e inmadura diciendo cosas inteligentes; imposible.
-¿Ah, no? –pregunte retóricamente y sentí de nuevo su mirada persistente. Parecía querer conseguir algo, pero no estaba segura de que se trataba, tal vez solo le gustaba la forma de mis ojos, o el color acuoso que se conseguía con el clima.
-Estas acabando con mis teorías –eso había sonado infantil. Así que negué con la cabeza divertida, burlándome de mi misma. –Ahora me dirás que tampoco usan esas capas geniales con las que se cubren el rostro para hablar –eran divertidas las teorías sobre vampiros. Todas fantasiosas e increíbles, pero al fin y al cabo, me estaba proporcionando un nivel nuevo de entretenimiento. Debería recordar agradecerle al chico después.
-mmm, el bosque… –a decir verdad, tenía planeado ir, pero ahora, con la aventura de posiblemente ver a alguien con delirios paranoides de vampiro, sería aun más interesante. Como nota mental, decidí que dar una vuelta por el bosque era prioridad.
-No creo que estés loco –torcí los labios en una mueca –al menos si lo estas, no eres de los que da miedo –eso no era exactamente un cumplido, pero estaba dicho.
¿Perfume? No, solo había un poco de jabón en mi piel, así que lo que fuera que él detectaba era mi propio aroma.
-%100 Tanith –sonreí de manera pretenciosa –por cierto, ese es mi nombre –no nos habíamos presentado, directamente habíamos saltado a la parte de la conversación. En parte era una manera original de conocer personas.
Me puse de pie en dos movimientos y me acerque a él, no demasiado, pero si lo suficiente para detectar que la fragancia que emanaba de él era dulce, mezclada con algo exótico. La definí como, encantadoramente excepcional. Me encontré a mi misma con los ojos cerrados olisqueando a un extraño, así que retrocedí.
-También hueles muy bien –pensé por un momento – ¿Lacoste? –ese era uno de los perfumes más famosos que conocía, y me lo recordaba un poco.
-El mundo se ha vuelto peligroso con el tiempo –dije sonando como si tuviera más edad de la que aparentaba. A pesar de ser joven, amaba las cosas filosóficas y eso de vez en cuando me daba un toque de madurez que sorprendía a mis conocidos. Y es que ¿Cómo no sorprenderse? Vamos, la chica rebelde e inmadura diciendo cosas inteligentes; imposible.
-¿Ah, no? –pregunte retóricamente y sentí de nuevo su mirada persistente. Parecía querer conseguir algo, pero no estaba segura de que se trataba, tal vez solo le gustaba la forma de mis ojos, o el color acuoso que se conseguía con el clima.
-Estas acabando con mis teorías –eso había sonado infantil. Así que negué con la cabeza divertida, burlándome de mi misma. –Ahora me dirás que tampoco usan esas capas geniales con las que se cubren el rostro para hablar –eran divertidas las teorías sobre vampiros. Todas fantasiosas e increíbles, pero al fin y al cabo, me estaba proporcionando un nivel nuevo de entretenimiento. Debería recordar agradecerle al chico después.
-mmm, el bosque… –a decir verdad, tenía planeado ir, pero ahora, con la aventura de posiblemente ver a alguien con delirios paranoides de vampiro, sería aun más interesante. Como nota mental, decidí que dar una vuelta por el bosque era prioridad.
-No creo que estés loco –torcí los labios en una mueca –al menos si lo estas, no eres de los que da miedo –eso no era exactamente un cumplido, pero estaba dicho.
¿Perfume? No, solo había un poco de jabón en mi piel, así que lo que fuera que él detectaba era mi propio aroma.
-%100 Tanith –sonreí de manera pretenciosa –por cierto, ese es mi nombre –no nos habíamos presentado, directamente habíamos saltado a la parte de la conversación. En parte era una manera original de conocer personas.
Me puse de pie en dos movimientos y me acerque a él, no demasiado, pero si lo suficiente para detectar que la fragancia que emanaba de él era dulce, mezclada con algo exótico. La definí como, encantadoramente excepcional. Me encontré a mi misma con los ojos cerrados olisqueando a un extraño, así que retrocedí.
-También hueles muy bien –pensé por un momento – ¿Lacoste? –ese era uno de los perfumes más famosos que conocía, y me lo recordaba un poco.
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Hubo un ligero silencio antes de que la chica comenzase a hablarme de nuevo. Durante aquellos momentos en el que ni ella ni yo nos habíamos dirigido la palabra, mis ojos se dedicaban a observarla detenidamente. La verdad era que buscaba saber sus pensamientos, pero la joven era bastante cerrada para poder aprovecharme de aquello.
Me recoloqué el cuello de mi camisa, el cual se encontraba algo desdoblado, y aparté mi mirada hacia sus labios. Perdiendo por un segundo mi vista en ellos.
Me molestaba el no poder descifrar sus pensamientos, y eso que era algo que se me daba realmente bien.
Volví a posar mi mirada en sus ojos. Fue en ese momento cuando no pude evitar pensar que la chica quizás se sintiese incómoda por mi constante movimiento de ojos. De igual modo, no podía hacer nada al respecto pues... aquello era algo inevitable en mí.
Fue entonces cuando, de repente, la chica se presentó, haciendo que una ligera sonrisa se mostrase en mi rostro de nuevo. Como siempre.
- Curioso nombre. Yo soy Alexander pero... con Alex bastará -aclaré sonriente. Agradeciendo el hecho de que la joven no pareciese ser de las que estrechase las manos como saludo.
Iba a comentar algo, sin mucho sentido, antes de que la joven hablase de nuevo, haciendo que esta vez, por mi boca, rompiesen unas enormes carcajadas.
- ¡Vaya!, parece que no soy el único. Has acertado con la fragancia -añadí mientras la señalaba, divertido.
- Aunque, ¿sabes?, muchas veces me sorprendo por cómo puedo comprarme estas colonias si gasto el dinero en mis vicios -me burlé socarrón a la vez que me alejaba unos pasos de ella.
No deseaba creermelo, pero cuanto más tiempo pasaba con la muchacha, más ganas tenía de beber sangre.
Muchas veces me lograba sorprender por lo poco que podía llegar a controlarme despues de tanto tiempo en vida como vampiro.
Levanté mi mirada hacia el cielo y, tras quedarme varios segundos mirando hacia él, sintiendo como las nubes negras se acumulaban encima nuestro.
Por un instante, pude sentir como mis propios ojos brillaban en un tono rojizo.
- Creo que va a llover - comenté con total tranquilidad.
- Si sigues aquí, se te correrá todo el rimel -añadí divertido, aún sin mirarla.
Posiblemente la joven volvería a casa, pero yo por el contrario aprovecharía para cazar.
Los días de lluvia eran realmente forzosos pues el olor de las presas se perdía ante la el agua. Y es que era por ello que me gustaba, me gustaban las complicaciones.
Me recoloqué el cuello de mi camisa, el cual se encontraba algo desdoblado, y aparté mi mirada hacia sus labios. Perdiendo por un segundo mi vista en ellos.
Me molestaba el no poder descifrar sus pensamientos, y eso que era algo que se me daba realmente bien.
Volví a posar mi mirada en sus ojos. Fue en ese momento cuando no pude evitar pensar que la chica quizás se sintiese incómoda por mi constante movimiento de ojos. De igual modo, no podía hacer nada al respecto pues... aquello era algo inevitable en mí.
Fue entonces cuando, de repente, la chica se presentó, haciendo que una ligera sonrisa se mostrase en mi rostro de nuevo. Como siempre.
- Curioso nombre. Yo soy Alexander pero... con Alex bastará -aclaré sonriente. Agradeciendo el hecho de que la joven no pareciese ser de las que estrechase las manos como saludo.
Iba a comentar algo, sin mucho sentido, antes de que la joven hablase de nuevo, haciendo que esta vez, por mi boca, rompiesen unas enormes carcajadas.
- ¡Vaya!, parece que no soy el único. Has acertado con la fragancia -añadí mientras la señalaba, divertido.
- Aunque, ¿sabes?, muchas veces me sorprendo por cómo puedo comprarme estas colonias si gasto el dinero en mis vicios -me burlé socarrón a la vez que me alejaba unos pasos de ella.
No deseaba creermelo, pero cuanto más tiempo pasaba con la muchacha, más ganas tenía de beber sangre.
Muchas veces me lograba sorprender por lo poco que podía llegar a controlarme despues de tanto tiempo en vida como vampiro.
Levanté mi mirada hacia el cielo y, tras quedarme varios segundos mirando hacia él, sintiendo como las nubes negras se acumulaban encima nuestro.
Por un instante, pude sentir como mis propios ojos brillaban en un tono rojizo.
- Creo que va a llover - comenté con total tranquilidad.
- Si sigues aquí, se te correrá todo el rimel -añadí divertido, aún sin mirarla.
Posiblemente la joven volvería a casa, pero yo por el contrario aprovecharía para cazar.
Los días de lluvia eran realmente forzosos pues el olor de las presas se perdía ante la el agua. Y es que era por ello que me gustaba, me gustaban las complicaciones.
Alexander McBeen- Not a love song
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Anote un punto a mi favor al haber dado en el blanco con el perfume. Comúnmente no era buena reconociendo aromas, pero, esa marca en especial era usada por varios chicos que conocía y aunque la de él tenía ciertas diferencias, como por ejemplo que era más varonil…. Por decirlo de alguna manera. Lacoste era conocido porque sus fragancias se inclinaban ligeramente a la dulcificación y en él, a pesar de haber un toque suave, había un ingrediente que lo opacaba casi en su totalidad.
Deje de divagar en la posible magnificencia de mi olfato y reí un par de veces por su comentario. Mantener un vicio nunca era algo exactamente económico. Casi todos tenían un precio excesivamente alto, después de todo; como siempre decía mi padre “las adicciones son para las personas que se pueden dar el lujo de tenerlas” y , aunque lo odiaba, la razón estaba de su parte.
-Alex... –dije en voz alta, solo para ver como sonaba y porque era una costumbre mía, repetir los nombres de las personas al conocerlas; para asegurarme de memorizarlos correctamente.
Alexander. Era un lindo nombre, pero no estaba segura de que realmente coincidiera con su personalidad. A mi parecer, Alex no parecía querer proteger a nadie, como el significado de su nombre indicaba.
Se alejo de mí, y supuse que era porque había despertado su incomodidad. Después de todo ¿a quién le gustaría que una chica, a la que conoces de menos de una hora, se acerque a ti, de manera improvisada y olfatee cerca de tu espacio personal, pero no solo el aire en general, si no, específicamente a ti y después te diga que marca de perfume usas?
Puesto de esa forma… sonaba como si yo fuera una loca y él estaba en su completo derecho de poner distancia entre nosotros. Quizá –hipotéticamente claro, y todo suponiendo que él pensara de esa manera –yo podría ser peligrosa.
Una maniaca o mejor aún, una pirómana. Al menos yo lo pensaría por la manera en que mi mirada se perdía de vez en cuando en mi encendedor o como mis dedos jugueteaban con el mismo. Y, el pensamiento no era del todo incorrecto, me gustaba el fuego, incluso una vez había comenzado uno.
Mire hacia el cielo, solo porque Alex lo hacía y note que las nubes oscuras se arremolinaban dando aviso de que la lluvia se desataría de un momento a otro. Incluso, si se prestaba suficiente atención, podía sentirse la presencia de humedad en el viento. Yo podía, porque la lluvia era una de mis cosas favoritas.
-Me gusta la lluvia –dije casi en un susurro y luego continúe, si lo incomodaba era mejor alejarme, quizá después lo encontraría de nuevo. Era un pueblo pequeño y teníamos el mismo vicio –pero tienes razón –sonreí de medio lado. Y deduje que por sus actitudes, probablemente le gustaba tener la razón sobre las cosas.
-Será mejor que me vaya –asentí para mí misma -y disculpa si te incomode –me mordí la mejilla para no estallar en carcajadas. Era algo nuevo, había incomodado a las personas por ser directa, por mi formar de vestir y por mi forma de pensar, pero nunca por mi olfato. Era hilarante que de hecho pudiera hacer eso.
Deje de divagar en la posible magnificencia de mi olfato y reí un par de veces por su comentario. Mantener un vicio nunca era algo exactamente económico. Casi todos tenían un precio excesivamente alto, después de todo; como siempre decía mi padre “las adicciones son para las personas que se pueden dar el lujo de tenerlas” y , aunque lo odiaba, la razón estaba de su parte.
-Alex... –dije en voz alta, solo para ver como sonaba y porque era una costumbre mía, repetir los nombres de las personas al conocerlas; para asegurarme de memorizarlos correctamente.
Alexander. Era un lindo nombre, pero no estaba segura de que realmente coincidiera con su personalidad. A mi parecer, Alex no parecía querer proteger a nadie, como el significado de su nombre indicaba.
Se alejo de mí, y supuse que era porque había despertado su incomodidad. Después de todo ¿a quién le gustaría que una chica, a la que conoces de menos de una hora, se acerque a ti, de manera improvisada y olfatee cerca de tu espacio personal, pero no solo el aire en general, si no, específicamente a ti y después te diga que marca de perfume usas?
Puesto de esa forma… sonaba como si yo fuera una loca y él estaba en su completo derecho de poner distancia entre nosotros. Quizá –hipotéticamente claro, y todo suponiendo que él pensara de esa manera –yo podría ser peligrosa.
Una maniaca o mejor aún, una pirómana. Al menos yo lo pensaría por la manera en que mi mirada se perdía de vez en cuando en mi encendedor o como mis dedos jugueteaban con el mismo. Y, el pensamiento no era del todo incorrecto, me gustaba el fuego, incluso una vez había comenzado uno.
Mire hacia el cielo, solo porque Alex lo hacía y note que las nubes oscuras se arremolinaban dando aviso de que la lluvia se desataría de un momento a otro. Incluso, si se prestaba suficiente atención, podía sentirse la presencia de humedad en el viento. Yo podía, porque la lluvia era una de mis cosas favoritas.
-Me gusta la lluvia –dije casi en un susurro y luego continúe, si lo incomodaba era mejor alejarme, quizá después lo encontraría de nuevo. Era un pueblo pequeño y teníamos el mismo vicio –pero tienes razón –sonreí de medio lado. Y deduje que por sus actitudes, probablemente le gustaba tener la razón sobre las cosas.
-Será mejor que me vaya –asentí para mí misma -y disculpa si te incomode –me mordí la mejilla para no estallar en carcajadas. Era algo nuevo, había incomodado a las personas por ser directa, por mi formar de vestir y por mi forma de pensar, pero nunca por mi olfato. Era hilarante que de hecho pudiera hacer eso.
Tanith Kendall- Cantidad de envíos : 87
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Re: Fumando para relajarme (Libre)
Le gustaba la lluvia. Éso podía ser un tema de debate para los dos, pues a mi el agua nunca me había gustado demasiado. A decir verdad, nunca había sido de esos niños que, cuando llegaba la hora de bañarse, corrían emocionados hacia la bañera y se metían en ella para poder pasarse horas y horas en ella.
No. Yo no era de esos niños, mi manera de pensar siempre había sido diferente para todo, pero en los temas relacionados con el agua, mis oposiciones hacia ella eran claramente meditadas y aclaradas para que mis razones les diesen motivos a los demás para odiarla.
A decir verdad... antes de ser transformado solo bebía agua debido a que era fuente de vida para mí.
En los pocos segundos en los que las imágenes de mi pasado pasaban por delante de mis ojos, la chica ya había decidido que era mejor retirarse.
Quizás en otra ocasión la hubiese detenido y la hubiese obligado a permanecer más cercana a mí, claramente porque mi objetivo sería divertirme con ella y alimentarme automaticamente. Pero aquella vez no. Aquella vez no le veía sentido alguno, pues estaba lleno de haberme alimentado hacía poco, y las ganas de esforzarme se encontraban por los suelos.
Supongo que mi vagancia no se había alejado de mí, y me alegraba de ello.
- Sí, creo que tienes razón -aclaré antes de escuchar su último comentario y empezar a soltar divertidas carcajadas.
Aquella era una buena oportunidad para decirle que el acercamiento por parte de ella no me había disgustado en absoluto, pero resultaría poco cortés y, posiblemente, lograría que pensase que estaba realmente loco.
- No te preocupes -aclaré finalmente mientras una sonrisa se apoderaba de mi rostro- Simplemente me sorprendí por el gesto debido a que.. no me suelen oler todos los días -añadí volviendo a soltar otra carcajada. Ésta última un tanto fingida.
- Un placer haberte conocido, Tanith -me despedí, dejando ver en el tono de mi voz un dulce timbre lleno de diversión.
- Espero volver a encontrarte -le contesté un poco más alto a medida que me iba alejando.
Mis pasos sonaban firmes contra el asfalto. A decir verdad era yo mismo el que hacía presión sobre él debido a la molestia que en pocos segundos se me echaba encima.
Había caído una gota de agua en mi rostro... y en pocos segundos, una tromba enorme hacía que por mis labios escapasen tremendas barbaridades llenas de rabia.
No. Yo no era de esos niños, mi manera de pensar siempre había sido diferente para todo, pero en los temas relacionados con el agua, mis oposiciones hacia ella eran claramente meditadas y aclaradas para que mis razones les diesen motivos a los demás para odiarla.
A decir verdad... antes de ser transformado solo bebía agua debido a que era fuente de vida para mí.
En los pocos segundos en los que las imágenes de mi pasado pasaban por delante de mis ojos, la chica ya había decidido que era mejor retirarse.
Quizás en otra ocasión la hubiese detenido y la hubiese obligado a permanecer más cercana a mí, claramente porque mi objetivo sería divertirme con ella y alimentarme automaticamente. Pero aquella vez no. Aquella vez no le veía sentido alguno, pues estaba lleno de haberme alimentado hacía poco, y las ganas de esforzarme se encontraban por los suelos.
Supongo que mi vagancia no se había alejado de mí, y me alegraba de ello.
- Sí, creo que tienes razón -aclaré antes de escuchar su último comentario y empezar a soltar divertidas carcajadas.
Aquella era una buena oportunidad para decirle que el acercamiento por parte de ella no me había disgustado en absoluto, pero resultaría poco cortés y, posiblemente, lograría que pensase que estaba realmente loco.
- No te preocupes -aclaré finalmente mientras una sonrisa se apoderaba de mi rostro- Simplemente me sorprendí por el gesto debido a que.. no me suelen oler todos los días -añadí volviendo a soltar otra carcajada. Ésta última un tanto fingida.
- Un placer haberte conocido, Tanith -me despedí, dejando ver en el tono de mi voz un dulce timbre lleno de diversión.
- Espero volver a encontrarte -le contesté un poco más alto a medida que me iba alejando.
Mis pasos sonaban firmes contra el asfalto. A decir verdad era yo mismo el que hacía presión sobre él debido a la molestia que en pocos segundos se me echaba encima.
Había caído una gota de agua en mi rostro... y en pocos segundos, una tromba enorme hacía que por mis labios escapasen tremendas barbaridades llenas de rabia.
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